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domingo, 23 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- 7° Cap- "La Fuga"

Manuela, Paloma y Lucas, atraviesan corriendo el cementerio, en busca de una salida lateral. Atrás van dejando las lápidas al ras del suelo y los panteones, y cruzan un terreno cubierto de césped, que lleva al paredón que circunda el lugar. Manuela señala un portón de rejas herrumbrado. Del otro lado, las espera su auto, estacionado ahí con ese propósito. Continúan, sin saber que en ese momento, Esteban está derribando a César de un puñetazo en la cara. Pero, bueno, no fue así como comenzó el día...

Amanece.                                                                                                                                         Somnolientos, los deudos de Leticia, han pasado la noche en la sala velatoria y se aprestan para el último tramo de la ceremonia. Paloma, que no ha pegado un ojo, se debate entre la culpa y el sentido de la oportunidad. Sabe, en dónde quiera que esté, que su madre le va a perdonar el hecho de aprovechar su partida para escapar.                                                                                                                           César, advertido por Emilio, ya está enterado de la presencia de Esteban en el pueblo y se mantiene alerta. No ha perdido de vista a su esposa por un segundo.                                                                                 Lucas, Amanda y Bety, han dormitado en el campo, disponiéndose a volver para las diez, que es la hora que fijó el servicio para sepultar a la difunta.                                                                                                    En el hotel, Cosme y el Ruso se están levantando, mientras que Esteban y Manuela, desayunan en una de las mesas del lobby.
De manera paulatina, la gente del pueblo retorna a despedir a Leticia, ingresando al lugar.
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La columna acompaña al féretro hasta su última morada. Luego de unas emotivas palabras del párroco, avanzan por el cementerio con lentitud. César, sosteniendo una de las manijas del ataúd, marcha intranquilo. Ha dejado a sus hombres en la entrada y vigila a Paloma, buscando algún vestigio de anormalidad. Ella, sollozando, camina de la mano de Lucas. Más atrás, Manuela se esfuerza por disimular su ansiedad. En silencio, la muchedumbre continúa a paso lento hacia el panteón familiar.
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El Ruso y Esteban, descienden de la camioneta y resueltos, se enfrentan a los matones del abogado. Cosme, que se a bajado antes, tajea, en el estacionamiento, dos neumáticos del auto de César y lo deja inutilizado. Uno de los tipos se adelanta unos pasos, mientras el otro, hace una llamada por su celular.
-¿Adónde creen que van?
-¡Vinimos a hablar con tu jefe...!
-¡A nadie le interesa hablar con ustedes, así que, váyanse si no quieren tener problemas!
-¿Y quién nos va a echar? ¿Ustedes?
-¡Más vale que sí, viejito!
-Ya están acá- informa el segundo hombre, hablando por el teléfono.
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César, retirado del grupo, atiende la llamada.
-¿Sí?
-Ya están acá- le informan.
-¡Que no pasen! ¡Ya voy para allá!- ordena, furioso.                                                                         Cuelga. Se aproxima al tumulto y alcanza a ver a Paloma dentro del panteón, entre los ataúdes de su padre y su madre, despidiéndose. La gente la rodea, le brindan consuelo. Decide que puede ir hasta la entrada, a ver que pasa, y volver con rapidez. Ella tiene para rato y eso la va a entretener. Camina con prisa, alejándose. Manuela, que está expectante de sus acciones, toma a Lucas de la mano y se abre paso entre la gente, para hacerle una señal a su amiga.
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Corren. Atraviesan el cementerio hasta sortear un portón que da a una calle lateral, suben con prisa al auto de Manuela y arrancan, alejándose. Solo cuando toman la ruta, aflora en sus rostros, una sonrisa esperanzadora.

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-¿Qué carajo quieren? ¡No respetan ni a los muertos, ustedes!- vocifera César, al frente de sus hombres.   El primer puñetazo es para él. Esteban lo golpea en la cara y lo derriba al suelo.
-¡Esta me la debías, maricón! - le grita con satisfacción, sacudiendo la mano dolorida.
El hecho, desata la pelea. Dando y recibiendo, los hombres arman el mayor escándalo posible en la puerta del cementerio, ganando tiempo para Paloma, Manuela y Lucas.


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