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sábado, 8 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- 6° Cap-"Temores"

Es una tarde hermosa. Paloma acompaña a Manuela, de compras por el shopping. Van de tienda en tienda, surtiéndose de bolsos. Manuela nota su buen humor y al indagarla, Paloma no puede ocultar sus motivos, poniéndola al tanto de la situación.
-¡Me alegro mucho por vos! - la felicita su amiga, dándole un abrazo.
-Pensé que nunca me iba a animar - confiesa Paloma- Pero la atracción, pudo más que yo...
-¡Está bien que hayan decidido avanzar! ¡No tenés por qué privarte de la felicidad!
-¡Es verdad! ¡Estoy tan contenta! ¿Se me nota?
-Mucho, nena.
Se ríen. Buscan un café y se sientan en una mesa, dejando los bolsos de las compras en una silla vacía.
-Mirá, que sos la única que lo sabe - advierte Paloma- Queremos mantenerlo en secreto, por ahora...
-Te entiendo. Por César ¿no?
-Sí, no quiero que se eche atrás con la decisión del divorcio...Tiemblo en solo pensar qué pasaría si se entera...
-Por mí, no te preocupes, soy una tumba...
Paloma sonríe, desbordante de dicha.
-¡Gracias, Manu! ¡A alguien se lo tenía que contar, sino, creo que iba a reventar!
-En la pensión ¿todo bien? ¿Alguien se dió cuenta?
-Espero que no...¿vos decís que se me nota mucho?
-Si queres disimularlo, te vas a tener que esforzar...
-Ahora, me dejás intranquila...
-¡Pero, mujer, si son como una familia! ¿Quién le va a ir con el cuento a tu ex?
Paloma sonríe, intentando convencerse de que es así. Llega el mozo, que con amabilidad, les pregunta qué se les ofrece. Mientras Manuela le hace su pedido, Paloma siente crecer dentro suyo, algo que ya parecía olvidado. El miedo.

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César, atendiendo una llamada por celular, se asoma a la habitación de Lucas, que duerme plácidamente la siesta. Es sábado a la tarde, su hijo se queda con él todo el fin de semana. Se ha traído un bolso de ropa, más grande que lo habitual, y logró convencerlo para traer su bicicleta.
-Esperá...-le pide a su interlocutor.
Cierra con suavidad la puerta del cuarto, atraviesa el living, y sale de la casa con gesto adusto y los ojos clavados en el verde del parque.
-Ahora sí, contáme...
Del otro lado de la línea, desde su cuarto en la pensión, Emilio le pasa su informe.
-La cosa, es más grave de lo que parecía...
-¿Qué tan grave? - se alarma César- ¿Ellos...?
-Ahá...La otra noche, ella pasó un par de horas en su habitación...
-¿Estás seguro?
-Sí, además, se les nota aunque tratan de disimularlo...¿Querés que haga algo?
César se pasa la mano por la cara, dolido.
-No, dejá. Yo te aviso cuando se me ocurra algo...
-Ok.
Emilio cuelga. César permanece con el teléfono junto a su oreja. Se siente mal, le falta el aire. Se inclina hacia adelante y apoya sus manos en sus rodillas. La cabeza le palpita. De a poco, recupera la entereza. Enfurecido, arroja el teléfono con todas sus fuerzas contra la pared.
-¡Hija de mil putas!
El aparato se destroza y algunos pedazos golpean la bicicleta roja de Lucas, que brilla bajo el sol. Tiene el impulso de ir y golpearla hasta descargar su furia contra Esteban, pero una idea se le cruza por la mente y se detiene. Asustado, intenta desecharla. Pero el odio lo ciega. Su ansia de revancha, le dice que debe hacer lo necesario, si es que quiere ganar.
Con la vista extraviada, rodea la casa y va hacia el garage, en busca de sus herramientas.

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