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jueves, 21 de noviembre de 2013

Pensión de caballeros - Final del 2 º Capitulo.

 Esa tarde, mientras el Ruso pintaba el patio, el pibe podaba la parra y Esteban terminaba de reparar un compresor de aire en el taller, calcularon que en un par de días más, podían tener la casa lista para albergar a pensionistas y abrir la bicicletería al público.
 Hugo, que pasó a ver cómo avanzaban las reparaciones, quedó maravillado por lo bien que se veía la propiedad, y organizó una choripaneada para el día de la inauguración.
 Mientras tanto, Paloma conseguía trabajo como cocinera en un restaurant y veía con otros ojos el futuro. Luego de mostrar su desempeño en la cocina a su jefe, lograr su aprobación y el empleo, esa noche volvió al hotel y se acostó junto a su hijo con una amplia sonrisa de satisfacción.
 En cuanto a César, solitario y ebrio en su casa del Country, descargaba su furia estrellando los portaretratos con la foto de su esposa contra el suelo, mientras que en la pensión, Esteban daba una última mirada al retrato de Teresa, antes de apagar la luz y acostarse a descansar.

martes, 12 de noviembre de 2013

Pensión de Caballeros - 2 º Cap / Continuación.

Cargando dos baldes de mezcla, el Ruso entra desde la calle, seguido de la vecina y su hijo.
-¡Teban! ¡Te buscan!
Esteban contesta desde la cocina, sin asomarse.
-¡Voy!
Volviéndose, el Ruso pregunta innecesariamente, solo por cortesía.
-¿Escuchó?
-Sí. gracias. Acá lo espero.
-Bueno, yo voy a seguir con lo mío. Con permiso,Doña.
-Vaya nomas.
Muñido de una cuchara de albañil, el Ruso se aboca a la tarea de seguir revocando una de las paredes del patio. 
Proveniente de la cocina, sale Esteban, secándose las manos en el pantalón.
-¿Sí?
-Buen día, soy Miriam, su vecina.
-¿Miriam? ¡Ah,sí! ¡Usted se encargaba de regar las plantas!
Se estrechan las manos, con una sonrisa.
-Yo soy Esteban, hijo de Hugo.
-Mucho gusto - mete la mano en su bolsillo y exhibe un manojo de llaves- Ante todo, acá tiene las llaves de la casa...
-¡Cierto! Mi papá me dijo que usted tenía un juego...
Miriam pasea la vista por el patio, mientras Esteban se guarda las llaves.
-Parece que estuvieron trabajando...
-Sí, la verdad, le hacía falta algunos arreglos...
-¿Y cómo está tratando a las plantitas?
-Bueno, no soy muy dedicado al tema. Espero que sobrevivan, las pobres...
-Mire, si a usted le parece, podría seguir viniendo a regarlas todos los días...
-Pero, Miriam, ¿cómo la voy a molestar con semejante cosa?
-¡No sería ninguna molestia! Yo les tengo mucho cariño, sería una lástima que se echaran a perder...
-Bueno, como usted guste...no sé qué habían arreglado con mi papá...
-¡Ni se le ocurra! ¡En ningún momento, estaba pensando yo, en cobrarle por eso!
-Está bien, no quise ofenderla...
-Pero, sí podría hacerme un favor a cambio. Si es que puede, claro.
-Dígame...
Da un paso al costado y hace avanzar al pibe, presentándolo.
-Este es Luciano, mi hijo. Cumplió 14 años hace poco y estoy algo preocupada por él. Mire, yo no quisiera meterlo en un aprieto, pero me gustaría que Luciano, pasara más tiempo en compañía de otros hombres...
-No le entiendo muy bien...
-Pasa que, desde que enviudé, no  tuvo un modelo masculino qué seguir. ¡Y se la pasa todo el día con la play, la compu o metido en el baño! ¿Me entiende? Yo necesito que salga y se avive un poco, que vea cómo se manejan los hombres en la vida.
-O sea que, a este pibe, le falta calle...
-¿Ve? ¡Es lo que digo siempre!
-Mire, Miriam, a mi me parece que...
Ella se exalta.
-¡No diga más! ¡Se lo mando esta tarde y me lo pone a laburar! ¡Que se ensucie un poco y que transpire la camiseta! ¡Yo confío en que usted, y solo usted, Esteban, me lo puede sacar derecho a este mocoso!
El Ruso y Esteban cruzan miradas, alarmados. Miriam se recompone, bajando el tono de voz y despidiéndose.
-Que tengan un buen día.
Da la vuelta y arrastra del brazo al pibe hacia la salida, mientras va reprendiéndolo por lo bajo.
-¡Ves como sos! ¡No dijiste ni una palabra! ¡Si no fuera por tu madre, querido, qué sería de vos!
-Pero, mamá...
-¡Marche para casa! ¡Ni se te ocurra tocar la play!
-Pero, ¡mamá!
Cuando vuelven a estar solos, los hombres se miran atónitos, y el Ruso se larga a reír.
-Me podes decir ¿qué fue eso?
-¡Ni vos sabes en lo que te metiste, hermano! - dice el Ruso, riéndose y caminando hacia el baño - Pero, ¡qué bien que te la hicieron!
Lo deja a Esteban, solo y confundido, parado en medio del patio.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Pensión de caballeros - 2º Cap / Continuación.

Paloma camina resuelta hacia un teléfono público. A su alrededor, bulle la vida de la plaza, bajo el sol de la mañana. En su cartera guarda el diario, que carga desde temprano en busca de trabajo, y marca el número de Manuela. Mientras espera respuesta, estudia con recelo los alrededores. Es un nuevo hábito que adquirió, luego del indeseado encuentro con César. Del otro lado de la línea, alguien levanta el tubo.
-¿Manu? Soy Paloma...
-¡Palo! ¿cómo estás?
-Bien, no te preocupes. Te llamaba para que te quedes tranquila...
-Me quedé muy mal, cuando te fuiste...
-Me imaginé, pero no tenes por qué..
-¿Dónde te estás quedando?
-Estamos parando en un hotel. No es un lujo, pero sirve por ahora. Por lo menos, puedo pagarlo...
-¿Y Lucas?
-Está bien, se hizo de algunos amigos, hijos de la encargada. Ella me lo cuida cuando salgo a buscar trabajo.
-¿Pudiste conseguir algo?
-Todavía no, pero no pierdo la esperanza...
-Ojalá pudiera ayudarte...
-Ya hiciste demasiado...
Se produce un silencio y Paloma presiente algo.
-Manu, ¿pasó algo?
-Mirá, yo no quiero asustarte, pero César, estuvo por acá...
Paloma se estremece.
-¡Dios mío! ¿Que le dijiste?
-¡Nada, preguntó por ustedes pero yo le negué todo! No se si se lo creyó...estaba bastante agresivo, le tuve que pedir que se fuera varias veces, ¡hasta llegué a amenazarlo con llamar a la policía!
-¡No sé que voy a hacer! ¡Nunca nos va a dejar en paz!
-¡Seguir, eso tenes que hacer, hasta que acepte el divorcio...!
-¡Eso nunca va a pasar! ¡Vos no lo conoces!
-Es cierto, pero te conozco a vos y sé que no te vas a dar por vencida...
Paloma enjuga una lágrima, respirando hondo y calmándose. Retoma el control.
-Tenes razón, esto todavía no se termina. Te mando un beso. Te quiero.
-Yo también, llámame si necesitas algo.
-Sí, gracias.
Cuelga, pensativa. Mira en torno, luego vuelve a marcar. Atienden.
-Sí, con el Doctor Borini, por favor. De parte de Paloma Villagra.

                                                                  ...........................................

 En su oficina, detrás de su escritorio, arrellanado en su sillón, el abogado de Paloma atiende su llamada y la escucha, asintiendo, de vez en cuando, con un movimiento de la cabeza.
-No, Paloma, eso no se puede hacer. En cuanto tenga novedades y haya avances concretos, te aviso. ¿Me das tu dirección? O tu teléfono...¡ah! entiendo...Bueno, avísame, entonces. Hasta luego.
Cuelga, mirando seriamente a Cesar, que está sentado frente a él, expectante.
-¿Dónde está?
-No me lo dijo, está parando en un hotel. Me llama cuando se instale definitivamente...
-¿Qué quería?
-Saber si había avances con lo del divorcio. Además, me contó que la estás acosando...
-Eso no es cierto, solo quería hablar con ella.
-Sonaba preocupada...
-No le hagas caso, acordate que acá, la víctima soy yo. ¡Ella es la que se robó a mi hijo!
-Si se llega a enterar de que vos estás en contacto conmigo...
-Eso, no va a pasar. A menos que vos se lo digas...
Cesar se pone de píe, abotonándose el saco.
-Manteneme al tanto. Y la próxima vez que llame, sácale una dirección. Después de todo, ¿somos o no somos colegas?
Abre la puerta, aprestándose a salir.
-¡Ah! Me olvidaba...¿Viste ese puesto que te interesaba?
-¿Qué...? ¿Hablaste con el Ministro?
-Casi dalo por hecho. Solo te pido un esfuerzo más. No me vas a fallar ahora, ¿no?.
Borsini niega con un ademán, impostando una sonrisa.
-No, por supuesto que no.
-Bien, no te olvides de llamarme.
Termina de abrir la puerta, sale y cierra. El abogado de Paloma se queda pensativo, víctima de cierta incomodidad, que solo consigue ahuyentar imaginando que ocupa esa codiciada vacante en el Ministerio de Justicia.





miércoles, 6 de noviembre de 2013

Pensión de caballeros - 2º Capitulo / Continuación.

Unos días después...
Un camión con un volquete, se detiene frente a la casa de Esteban. El conductor baja, toca timbre y aguarda. Esteban  se asoma, intercambian unas palabras, le firma una planilla y regresa al interior, cerrando la puerta. El conductor vuelve al camión, arroja los papeles sobre el asiento y comienza a bajar el contenedor. Una vez en el suelo, desengancha las cadenas y le da unos empujones, hasta acomodarlo paralelo al cordón de la acera. Sube a su vehículo y se marcha. Solo han pasado unos segundos desde su partida cuando, con un chirrido lastimoso, Esteban levanta la persiana metálica del local. Se asoma y constata que el volquete está bien ubicado, pega la vuelta y pone manos a la obra. En estos días que estuvo haciendo limpieza, juntó ruedas herrumbradas, latas, cuadros viejos y partes de bicicletas, arruinados por el paso del tiempo. De a poco, va tirando todo al contenedor, apreciando el espacio libre que queda en el taller. Quita las telarañas y levanta una polvareda al ponerse a barrer. Sale a la vereda, víctima de un acceso de tos, y se topa con el Ruso, que viene cruzando la calle, cargando un bolso, con una sonrisa.
-¡Teban!
-¡Ruso, querido!
Se funden en un abrazo afectuoso. Cada palmada que el Ruso le da en la espalda, levanta una nube de tierra.
-¿Cómo andas, Tebita? ¡Tantos años sin vernos!
-Bien, laburando un poco...Disculpá la mugre que tengo ¡ni me di cuenta!
-Pero ¿qué decís, che? ¡Como si no me conocieras!
-¡Qué alegría! ¡De vuelta al barrio!
-¡Je! ¡Como cuando éramos pibes! ¿No?
-Como cuando eramos pibes...
Se miran, los ojos cargados de recuerdos y emoción.
-¡Pasa, Ruso! ¡Me pica la garganta de tanto tragar tierra!¡Tengo una cerveza helada y no tenía con quién compartirla!
-¡A mi juego me llamaron! ¡Tengo sed desde que salí de Tucumán!
-De paso nos ponemos al día...
-¡Puf! ¡Tengo tantas anécdotas que podría llenar un libro!
Esteban se ríe, guiando a su amigo hacia el interior.
-Pero, ¡si sos una bestia! ¡Primero tendrías que aprender a escribir!
Se ríen.
-Eso es verdad...









viernes, 1 de noviembre de 2013

Pensión de caballeros - Segundo Capitulo.

Paloma se esfuerza por atender las mesas del café. Es un día soleado y el lugar está concurrido. Su jefe, le indica desde la barra, que tiene un pedido listo. Se acerca y acomoda sobre la bandeja los pocillos. Se dispone a llevar el encargo cuando ve, sentado en una mesa junto al escaparate, a su ex marido, que la observa. Se congela, aterrorizada. Retrocede unos pasos y él se levanta, viniendo hacia ella. Paloma gira con rapidez, intentando volver a la barra, pero Cesar logra asirla de un brazo con fuerza. La bandeja se desestabiliza y los pocillos se estrellan en el suelo.
-¡Paloma! ¡Tengo que hablar con vos!
-¡Déjame, soltáme, Cesar!
Interviene el dueño del lugar, alarmado por los gritos. Los clientes observan, intranquilos.
-¿Se puede saber, qué carajo pasa acá?
Cesar le retruca, tratando que Paloma no se escape.
-¿Qué te importa, pelotudo? ¡La cosa es entre ella y yo!
-¡Si no te calmas, te voy a tener que sacar a las patadas!
Hay un intercambio de empujones y manotazos entre los hombres, que es aprovechado por Paloma para zafarse y correr hacia la calle. Cesar intenta perseguirla, pero tropieza con una silla y se desploma dentro del local. Cuando se repone, logra ver cómo ella logra detener un taxi, subirse y alejarse.
Furioso, saca una libreta de su bolsillo y anota el número de matrícula del auto, justo antes de que gire en la esquina y se pierda de vista. Saca su celular, marca un número y espera a que atiendan.
-Radio Taxi Avellaneda, ¿en qué le puedo servir?
-Necesito información sobre el destino de uno de sus vehículos...
                                                   
                                                                         ...................................
 Paloma entra llorando al departamento de su amiga, y ésta, se asusta al verla en ese estado.
-¡Palo! ¿Qué te pasó?
-¡Es Cesar! ¡Me encontró! ¡Ese hijo de puta!
-¡Pará, tranquilízate, que vas a asustar a Lucas!
Paloma se sienta en un sillón, con la cabeza hundida entre las manos.
-¿Dónde lo viste? Contáme...
-En el trabajo...Estaba ahí, sentado, esperándome. ¡No voy a poder volver! ¡Ya sabe dónde estoy!
Se pone de pie, espantada.
-¡No podemos quedarnos más acá! ¡Debe saber que estamos en tu casa! ¡Puede estar viniendo en este momento!
-Pero, pensá un poco, ¿cómo podría saberlo?
-¡No lo sé! ¡Pero si supo dónde trabajaba ...!
Corre hacia la habitación, seguida por Manuela, que intenta calmarla. Lucas, que está durmiendo, se despierta cuando entra como una tromba. Ella busca un bolso y empieza a vaciar los cajones de la ropa. El nene la mira, somnoliento.
-¡Lucas! ¡Despertate, amor! ¡Nos tenemos que ir!
Le alcanza una muda de ropa.
-¡Tomá, sácate el pijama! ¡Ponete esto! ¡Apurate!.
-Paloma, ¿no te estás precipitando?
Ella se vuelve, le habla en un susurro.
-Vos no lo conocés, no sabés de lo que es capaz...Yo, tengo mucho miedo...
Se abraza con su amiga, temblando.
-Má, quiero la leche...
Se vuelve hacia Lucas, que está sentado en la cama.
-¡No hay tiempo para eso! ¡Desayunamos después!
Mira a Manuela, rogándole.
-Ayúdame a empacar, ya debe estar viniendo.
Su amiga reacciona, poniéndose en movimiento, mientras Paloma se dedica a cambiar a su hijo.

                                                                    ...................................

 Paloma sale del departamento de Manuela, cargando dos bolsos y llevando de la mano a Lucas, que aprieta contra su pecho a un oso de peluche. Avanza unos pasos, llama al ascensor y regresa para despedirse.
-Te quiero, Manu. Gracias por hacerme el aguante estas semanas...
Se abrazan.
-¿Tenés suficiente plata?
-Por ahora, vamos a estar bien. Algo para hacer voy a encontrar...
Llega el ascensor, comienza a caminar hacia ahí, tirando de la mano del nene.
-Te aviso, cuando nos instalemos...
Se abre el ascensor. Suben. Agitan las manos, despidiéndose.
-Chau, nos vemos.

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  Paloma y Lucas salen del edificio. Caminan por la acera y doblan en la esquina. Un taxi se detiene frente a la entrada. Baja Cesar, acomodándose el saco. Mira hacia lo alto, paga el viaje y el auto se va.
Aprovecha que una pareja está entrando y agradece que le dejen la puerta abierta.


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