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viernes, 1 de noviembre de 2013

Pensión de caballeros - Segundo Capitulo.

Paloma se esfuerza por atender las mesas del café. Es un día soleado y el lugar está concurrido. Su jefe, le indica desde la barra, que tiene un pedido listo. Se acerca y acomoda sobre la bandeja los pocillos. Se dispone a llevar el encargo cuando ve, sentado en una mesa junto al escaparate, a su ex marido, que la observa. Se congela, aterrorizada. Retrocede unos pasos y él se levanta, viniendo hacia ella. Paloma gira con rapidez, intentando volver a la barra, pero Cesar logra asirla de un brazo con fuerza. La bandeja se desestabiliza y los pocillos se estrellan en el suelo.
-¡Paloma! ¡Tengo que hablar con vos!
-¡Déjame, soltáme, Cesar!
Interviene el dueño del lugar, alarmado por los gritos. Los clientes observan, intranquilos.
-¿Se puede saber, qué carajo pasa acá?
Cesar le retruca, tratando que Paloma no se escape.
-¿Qué te importa, pelotudo? ¡La cosa es entre ella y yo!
-¡Si no te calmas, te voy a tener que sacar a las patadas!
Hay un intercambio de empujones y manotazos entre los hombres, que es aprovechado por Paloma para zafarse y correr hacia la calle. Cesar intenta perseguirla, pero tropieza con una silla y se desploma dentro del local. Cuando se repone, logra ver cómo ella logra detener un taxi, subirse y alejarse.
Furioso, saca una libreta de su bolsillo y anota el número de matrícula del auto, justo antes de que gire en la esquina y se pierda de vista. Saca su celular, marca un número y espera a que atiendan.
-Radio Taxi Avellaneda, ¿en qué le puedo servir?
-Necesito información sobre el destino de uno de sus vehículos...
                                                   
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 Paloma entra llorando al departamento de su amiga, y ésta, se asusta al verla en ese estado.
-¡Palo! ¿Qué te pasó?
-¡Es Cesar! ¡Me encontró! ¡Ese hijo de puta!
-¡Pará, tranquilízate, que vas a asustar a Lucas!
Paloma se sienta en un sillón, con la cabeza hundida entre las manos.
-¿Dónde lo viste? Contáme...
-En el trabajo...Estaba ahí, sentado, esperándome. ¡No voy a poder volver! ¡Ya sabe dónde estoy!
Se pone de pie, espantada.
-¡No podemos quedarnos más acá! ¡Debe saber que estamos en tu casa! ¡Puede estar viniendo en este momento!
-Pero, pensá un poco, ¿cómo podría saberlo?
-¡No lo sé! ¡Pero si supo dónde trabajaba ...!
Corre hacia la habitación, seguida por Manuela, que intenta calmarla. Lucas, que está durmiendo, se despierta cuando entra como una tromba. Ella busca un bolso y empieza a vaciar los cajones de la ropa. El nene la mira, somnoliento.
-¡Lucas! ¡Despertate, amor! ¡Nos tenemos que ir!
Le alcanza una muda de ropa.
-¡Tomá, sácate el pijama! ¡Ponete esto! ¡Apurate!.
-Paloma, ¿no te estás precipitando?
Ella se vuelve, le habla en un susurro.
-Vos no lo conocés, no sabés de lo que es capaz...Yo, tengo mucho miedo...
Se abraza con su amiga, temblando.
-Má, quiero la leche...
Se vuelve hacia Lucas, que está sentado en la cama.
-¡No hay tiempo para eso! ¡Desayunamos después!
Mira a Manuela, rogándole.
-Ayúdame a empacar, ya debe estar viniendo.
Su amiga reacciona, poniéndose en movimiento, mientras Paloma se dedica a cambiar a su hijo.

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 Paloma sale del departamento de Manuela, cargando dos bolsos y llevando de la mano a Lucas, que aprieta contra su pecho a un oso de peluche. Avanza unos pasos, llama al ascensor y regresa para despedirse.
-Te quiero, Manu. Gracias por hacerme el aguante estas semanas...
Se abrazan.
-¿Tenés suficiente plata?
-Por ahora, vamos a estar bien. Algo para hacer voy a encontrar...
Llega el ascensor, comienza a caminar hacia ahí, tirando de la mano del nene.
-Te aviso, cuando nos instalemos...
Se abre el ascensor. Suben. Agitan las manos, despidiéndose.
-Chau, nos vemos.

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  Paloma y Lucas salen del edificio. Caminan por la acera y doblan en la esquina. Un taxi se detiene frente a la entrada. Baja Cesar, acomodándose el saco. Mira hacia lo alto, paga el viaje y el auto se va.
Aprovecha que una pareja está entrando y agradece que le dejen la puerta abierta.


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