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martes, 12 de noviembre de 2013

Pensión de Caballeros - 2 º Cap / Continuación.

Cargando dos baldes de mezcla, el Ruso entra desde la calle, seguido de la vecina y su hijo.
-¡Teban! ¡Te buscan!
Esteban contesta desde la cocina, sin asomarse.
-¡Voy!
Volviéndose, el Ruso pregunta innecesariamente, solo por cortesía.
-¿Escuchó?
-Sí. gracias. Acá lo espero.
-Bueno, yo voy a seguir con lo mío. Con permiso,Doña.
-Vaya nomas.
Muñido de una cuchara de albañil, el Ruso se aboca a la tarea de seguir revocando una de las paredes del patio. 
Proveniente de la cocina, sale Esteban, secándose las manos en el pantalón.
-¿Sí?
-Buen día, soy Miriam, su vecina.
-¿Miriam? ¡Ah,sí! ¡Usted se encargaba de regar las plantas!
Se estrechan las manos, con una sonrisa.
-Yo soy Esteban, hijo de Hugo.
-Mucho gusto - mete la mano en su bolsillo y exhibe un manojo de llaves- Ante todo, acá tiene las llaves de la casa...
-¡Cierto! Mi papá me dijo que usted tenía un juego...
Miriam pasea la vista por el patio, mientras Esteban se guarda las llaves.
-Parece que estuvieron trabajando...
-Sí, la verdad, le hacía falta algunos arreglos...
-¿Y cómo está tratando a las plantitas?
-Bueno, no soy muy dedicado al tema. Espero que sobrevivan, las pobres...
-Mire, si a usted le parece, podría seguir viniendo a regarlas todos los días...
-Pero, Miriam, ¿cómo la voy a molestar con semejante cosa?
-¡No sería ninguna molestia! Yo les tengo mucho cariño, sería una lástima que se echaran a perder...
-Bueno, como usted guste...no sé qué habían arreglado con mi papá...
-¡Ni se le ocurra! ¡En ningún momento, estaba pensando yo, en cobrarle por eso!
-Está bien, no quise ofenderla...
-Pero, sí podría hacerme un favor a cambio. Si es que puede, claro.
-Dígame...
Da un paso al costado y hace avanzar al pibe, presentándolo.
-Este es Luciano, mi hijo. Cumplió 14 años hace poco y estoy algo preocupada por él. Mire, yo no quisiera meterlo en un aprieto, pero me gustaría que Luciano, pasara más tiempo en compañía de otros hombres...
-No le entiendo muy bien...
-Pasa que, desde que enviudé, no  tuvo un modelo masculino qué seguir. ¡Y se la pasa todo el día con la play, la compu o metido en el baño! ¿Me entiende? Yo necesito que salga y se avive un poco, que vea cómo se manejan los hombres en la vida.
-O sea que, a este pibe, le falta calle...
-¿Ve? ¡Es lo que digo siempre!
-Mire, Miriam, a mi me parece que...
Ella se exalta.
-¡No diga más! ¡Se lo mando esta tarde y me lo pone a laburar! ¡Que se ensucie un poco y que transpire la camiseta! ¡Yo confío en que usted, y solo usted, Esteban, me lo puede sacar derecho a este mocoso!
El Ruso y Esteban cruzan miradas, alarmados. Miriam se recompone, bajando el tono de voz y despidiéndose.
-Que tengan un buen día.
Da la vuelta y arrastra del brazo al pibe hacia la salida, mientras va reprendiéndolo por lo bajo.
-¡Ves como sos! ¡No dijiste ni una palabra! ¡Si no fuera por tu madre, querido, qué sería de vos!
-Pero, mamá...
-¡Marche para casa! ¡Ni se te ocurra tocar la play!
-Pero, ¡mamá!
Cuando vuelven a estar solos, los hombres se miran atónitos, y el Ruso se larga a reír.
-Me podes decir ¿qué fue eso?
-¡Ni vos sabes en lo que te metiste, hermano! - dice el Ruso, riéndose y caminando hacia el baño - Pero, ¡qué bien que te la hicieron!
Lo deja a Esteban, solo y confundido, parado en medio del patio.


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