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viernes, 28 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros-8° Cap - "El Final"


Levantando una polvareda, el auto de Esteban se detiene frente a la casa de campo. Se abre la puerta del frente y Amanda, ansiosa, aguarda a que desciendan sus ocupantes. Lucas, ya sin el yeso en su brazo, es el primero. Corre con agilidad y se abraza a la falda de Amanda. Luego, sonrientes, bajan Esteban y Paloma. El muestra  intenciones de desempacar, pero ella lo detiene.
-Dejalo para después. Ahora, vení que te muestro nuestra casa.
Esteban toma la mano que Paloma le ofrece y, juntos, recorren el trecho que los separa de la entrada.


                                                                       FIN

Pensión de Caballeros- 8° Cap - "Tu cálido abrazo"


Lucas, acompañado por una mujer policía, ve entrar a su mamá a la comisaría y corre a abrazarla.
-¡Mami!
Paloma lo estruja contra su pecho, llorando de felicidad.
-¡Mi chiquito! ¡Tesoro!
Los demás, se acercan y le manifiestan su cariño con besos y abrazos. Esteban le agradece a la uniformada, que le informa que deben firmar unas formas antes de retirarse. Lo invita a pasar a una oficina  y él le hace señas a Paloma, para que lo acompañe. Lucas se queda en brazos de Manuela y aprovechan para consentirlo.

En el interior del despacho, la oficial los hace sentar frente al escritorio. 
-Es un chico valiente- les comenta, mientras completa una planilla- Nos aportó datos valiosos para dar con su captor...
-¿Usted nos podría decir que pasó?- pregunta Esteban.
-Sí, como no -consulta un informe- Según Lucas, se lo llevó con engaños un tal Emilio, que vivía con él en una pensión ¿eso es correcto?
-Sí, es un pensionista mio. Yo soy el dueño del lugar, o bueno, lo era hasta anoche que se prendió fuego.
-Lamento oír eso, señor. Basados en la descripción que dio el chico, salimos a buscar a este sujeto y logramos encontrarlo muy cerca de acá, tirado en la calle. Alguien lo había ultimado de tres tiros en el pecho.
Se quedan en silencio, impactados por la noticia.
-¿Y se supo quién fue?
-Unos testigos, tomaron el número de chapa del vehículo desde dónde partieron los disparos. En este instante, unos patrulleros están yendo para el domicilio del sospechoso. Es en un country y, según el registro automotor, se trataría de un reconocido abogado...
Paloma da un respingo, horrorizada.
-Perdone, ¿usted lo conoce, señora?
Ella asiente.
-Es mi ex marido.
                                                              ..............................

Parados en la vereda, frente a la pensión, Esteban y Hugo contemplan la devastación que causó el incendio. Más allá, Paloma y Lucas juegan con un globo.
-Papá...Mira como quedó esto...- dice con tristeza.
Hugo le pone una mano sobre el hombro, brindándole apoyo.
-Hijo, nunca te lo conté, pero esta no es la primera vez que esta casa se viene abajo. Cuando yo era un chico, y esto era de otra familia, este lugar se quemó hasta los cimientos. Me acuerdo que, el abuelo, la compró casi regalada. Parecía imposible reconstruirla. Pero, con paciencia, de a poco y con mucho esfuerzo, la casa se recuperó. No tenes por que estar triste, si uno se empeña y le pone amor, nada se puede dar por perdido. Sinó, mírate a vos mismo.
Esteban no entiende. Hugo le sonríe, viéndolo a los ojos.
-Después de tanto dolor, formaste una nueva familia, y a mí, me diste el nieto que tanto quise...
Esteban asiente. Escucha las risas, de Paloma y Lucas, y se conmueve.
-Viejo, se que no te lo digo muy seguido, pero te quiero...
-Yo también, hijo, yo también...
Le pasa el brazo por sobre los hombros y lo aprieta contra sí, mirando los restos de la casa con otros ojos.


Pensión de Caballeros- Cap 8°- "Un nuevo día"

Esteban,Cosme y el Ruso, toman un café en lo de Hugo, junto a Paloma y Manuela. Han pasado las horas y la desazón se a apoderado de todos. Está a punto de amanecer y el trabajo de los bomberos está culminando en la pensión, pronto van a poder regresar para evaluar los daños. Pero eso, es lo que menos los aflige. Ignorar dónde se encuentra Lucas y que le pasó, los llena de angustia.
Suena el teléfono del bar. Se miran, esperanzados.  Hugo, que es quién está más cerca, se apresura en atender. Los otros aguardan, expectantes.
-¿Hola? Sí , es acá...
Comienza a hacer señas a los demás, para que se acerquen.
-¡Gracias a Dios! - exclama. emocionado- ¡Muchas gracias, son muy buenas noticias!
Cuelga y da un incontenible grito de alegría.
-¿Que dijeron, papá?
-¡Que Lucas está bien! ¡Lo tiene la policía!
Eufóricos, festejan y se abrazan, invadidos por un gran alivio.
-¿Dónde está? - quiere saber Paloma.
-¡Está en la comisaría Quinta! ¡A unas ocho cuadras de acá!
-¡Vamos a buscarlo! -exclaman, saliendo en tropel.
Hugo se queda solo. Agradece en silencio, haciendo la señal de la cruz.

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Los primeros rayos de sol, que se filtran por entre las copas de los árboles del parque, despiertan a César. Sentado detrás del volante de su auto, no recuerda cómo fue que llegó hasta ahí. Con la palma de la mano, intenta protegerse del resplandor. La resaca le parte la cabeza. Observa en torno, ubicándose. Está frente a su casa, dentro del country. Su auto está mal estacionado sobre los arbustos que adornan la entrada. Algunos vecinos, que salen a correr temprano, lo observan extrañados. César apenas puede abrir los ojos, atormentado por el latir de sus sienes. Sobre el asiento del acompañante, una botella de whisky vacía y su arma. Toma la pistola y la revisa. Al cargador le faltan tres balas. Intenta recordar, qué fue lo que hizo, pero no lo consigue. Siente nauseas y abre la puerta del auto, vomitando sobre el pasto. Se limpia la comisura de la boca con la manga de la camisa, puteando. Escucha un sonido estridente de sirenas. Se acercan por alguna de las calles interiores del complejo. Se vuelve y toma el arma del asiento, luego, tambaleándose se aleja por el parque. Dos patrulleros se aproximan y se detienen frente a su casa. Los policías se bajan y al divisarlo, comienzan a perseguirlo. Sorteando la zona arbolada, César se interna en el campo de golf, dónde riegan el césped. Resbala, se cae, se levanta y continúa huyendo. Escucha la voz de alto. Se vuelve y efectúa un par de disparos, sin precisión. Los policías repelen la agresión abriendo fuego. Una bala lo alcanza en la espalda, perforándole un pulmón. Se derrumba de bruces sobre el pasto mojado. Los oficiales se aproximan con cautela. Alejan la pistola de su alcance y uno de ellos se agacha a su lado, controlando sus signos vitales.

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jueves, 27 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- 8° Cap- "Punto final"


César estaciona frente a la casa abandonada dónde para Emilio. Desciende y entra con prisa. Vuelve a salir a los pocos segundos, confundido. Toma su celular y lo llama, mientras sube a su auto.
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A dos cuadras de la pensión, amparado por las sombras, Emilio puede ver las llamas y las luces de los camiones de bombero. Sostiene de la mano a Lucas, que ignora que están tan cerca de casa. Suena su teléfono y atiende.
-¿Dónde están? - le pregunta César.
-¡Decime, primero, que fué lo que hiciste! ¿Mataste a alguien?
-¿De qué estás hablando? Lucas está con vos ¿no?
-Sí, está conmigo, ¡ mirando cómo se incendia la casa de Esteban! ¿Acaso te volviste loco? Decime si alguien murió...
-¡Eso no importa! ¡Traeme a mi hijo!
-¡Vos estás muy mal, viejo! ¡Y yo no voy a ser parte de esto! ¿Me entendés? ¡Estás muy loco!
-¡Traeme a Lucas!¡ O te juro que te mato!
Emilio corta, molesto. Toma a Lucas del brazo y caminan con prisa, alejándose de la pensión.
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César, maneja por los alrededores, buscando a Lucas. No quiere aproximarse demasiado a la zona del incendio, pero presiente que Emilio aún anda cerca. Fuma un cigarrillo, nervioso. Sobre el asiento del acompañante, lleva su pistola y una botella de su whisky favorito. Insiste en llamar, pero el celular de Emilio, está apagado. La cantidad de alcohol que ingirió, no le ayuda cuando intenta distinguir alguna figura entre las sombras. Putea, rondando a escasa velocidad por el barrio.
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-Ya le dí un calmante y va a dormir un rato- dice Manuela, acercándose a la mesa dónde están Hugo y Esteban.
-Gracias, Manu. La ví muy mal...- agradece Esteban.
-¿Te hago un café? - ofrece Hugo- La noche va a ser larga.
-Sí, gracias.
Hugo se levanta a prepararle un café a Manuela y ella se sienta frente a Esteban. El bar está cerrado y en silencio.
-¿Dónde puede estar Lucas?- pregunta ella.
-No sé. Sospechamos que Emilio tiene algo que ver con su desaparición. Y también César. De alguna manera, están relacionados. 
-¡Pobrecita, Paloma! ¡Para no estar así!
-Cuando los bomberos nos confirmaron que no había nadie en la pensión, enseguida atamos cabos...
Regresa Hugo, con el café.
-Tomá, nena.
-Viejo, las voy a dejar a las chicas con vos y me voy para allá. A lo mejor, el Ruso y Cosme están ahí y tienen noticias.
-Dale, hijo. Anda nomás...
-¿Te podés quedar, Manu? 
-Anda tranquilo. Me quedo todo el tiempo que necesiten...
Esteban se pone de pie.
-Tomá - le dice Manuela- Llevate mi celu y avisa si sabes algo de Lucas.
-Gracias. Nos vemos.
Esteban deja el bar, buscando la salida por la casa de Hugo.
-Espero que aparezca pronto...¡Debe estar muy asustado!
Hugo asiente, apesadumbrado.

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Emilio se agacha, junto a Lucas, y le señala el lugar hacia dónde debe ir.
-Tenés que caminar hasta allá y entrar. Les decís quién sos y ellos te van a llevar con tu mamá...
-¿Y por qué no me acompañas vos?
-No puedo, hice cosas malas en el pasado y si me ven, me van a encerrar...
Se pone de pie, dándole un empujoncito a Lucas.
-Dale, seguro que tu mamá está muy preocupada...
Lucas empieza a caminar hacia la comisaría. Puede ver el cartel de la entrada, a mitad de la cuadra. Se vuelve una vez, dudando. Emilio, oculto en la esquina, lo incita a seguir. Continúa. Sube los peldaños y entra. Solo entonces, Emilio cruza la calle y se aleja con apuro.

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Pensión de Caballeros- Cap 8°- "Incendio"l

Corriendo, Esteban y Paloma intentan llegar hasta la pensión pero un bombero se los impide.
-¡No se puede avanzar! ¡Es peligroso!
-¡Esa es mi casa! -grita Esteban, desolado- ¿Qué pasó?
-¡No sabemos aún, pero nos avisaron los vecinos!¡ Estamos trabajando para que el fuego no se propague a las viviendas linderas...!
-¿Había alguien adentro? - quiere saber Paloma- ¡Mi hijo está desaparecido!
El bombero comprende la gravedad de la situación y le pide que los acompañe a hablar con su jefe. Recorren unos metros hasta llegar a uno de los camiones hidrantes, dónde el bombero va a buscar a su superior. Regresa de inmediato, acompañado de otro bombero, que mojado y tiznado por las cenizas, los interroga.
-Señor , ¿había alguien en la casa? ¿Hay un chico que no aparece?
-¡No lo sabemos! ¡Salimos a buscarlo!- explica Esteban, desesperado- ¡Por favor, hagan algo! ¡Si volvió, podría estar ahí adentro!
-¡Estamos haciendo todo lo posible, no podemos ingresar hasta que no corten el suministro de gas!- informa.
Se produce una explosión que los sobresalta y vuelan escombros muy cerca de dónde están. Paloma se cubre la boca, horrorizada.
-¡Lucas! - rompe a llorar. Esteban la abraza y la contiene.
-¡Es mejor que retrocedan, lo digo por su bien!- ordena el bombero, indicándoles una distancia prudente.
Regresa al siniestro a apoyar a sus colegas. Las llamaradas emergen por sobre el techo. Impotentes, Esteban y Paloma se quedan observando, iluminados por matices anaranjados  y rojos.

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Emilio se pasea nervioso por el cuarto. Hizo un último intento por comunicarse con César y resultó infructuoso.
-¿Dónde carajo se metió este? - consulta su reloj- ¡Mirá la hora que es y no aparece!
Lucas, cabizbajo, tiembla al verlo tan alterado. Emilio se le acerca.
-Vení, parate.
Lucas no se mueve.
-¡Vení, te digo! - lo toma del brazo y lo levanta de manera abrupta.
El nene solloza, asustado.
-Escúchame bien...Si tu viejo no vino, es porque algo le debe haber pasado. ¡No sé qué mierda tenía que hacer antes de venir a buscarte pero yo, acá, no me puedo quedar ni un segundo más!- lo tironea del brazo, para que se mueva- ¡Vamos a salir! ¡Pero, cuidado con hacer pavadas! ¿Estamos?
Lucas asiente, llorando.
-¡Así me gusta! ¡Tranquilo y callado! ¡Dale, vamos!
Desandan el camino que los trajo hasta el cuarto, ganando la vereda. La calle está oscura y poco transitada. Emilio observa hacia ambos lados, luego lo obliga a seguirlo.
-Caminá.

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El Ruso y Cosme, llegan al lado de Esteban y Paloma, mezclados entre los vecinos y los curiosos. No dan crédito a sus ojos. La pensión es una vorágine de fuego. Las dotaciones de bomberos trabajan sin pausa, luego de que cortar el gas, y están buscando la forma de acceder al interior.
-¿Y el Luquita?- pregunta el Ruso, esperanzado.
Esteban niega con la cabeza.
-Todavía no aparece...Y de Emilio, tampoco sabemos nada.
-¿Que carajo pasó acá?- pregunta Cosme.
-No saben. Tal vez, salimos tan apurados que nos olvidamos algo encendido...- especula Esteban.
-¿Fuiste a la comisaria?
-Sí, fuímos. Ya dejamos asentado que el nene no aparece, cualquier cosa, nos avisan...
-Nosotros vamos a seguir buscando...-avisa el Ruso, indicándole a Cosme que lo siga.
Se alejan del grupo y se cruzan con Hugo, que viene apurado y afligido.
-¡Ruso! ¿Y Esteban?
-Está por allá, con Paloma- le indica.
-¿Están todos bien? ¡Recién me avisan!
-Estamos bien, no había nadie en la pensión...- le informa, evitando decirle lo de Lucas, para no preocuparlo aún más- Vaya, si quiere, los bomberos están trabajando.
Hugo agradece y va en busca de su hijo, metiéndose entre la gente que presencia el incendio.
                                               
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miércoles, 26 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- 8° Cap- "Sin escrúpulos"

Emilio empuja a Lucas al interior de una casona abandonada, luego de descorrer una chapa herrumbrada que sirve de puerta. Deben sortean pequeñas montañas de escombros, chapas y maderas podridas esparcidas por el suelo, para llegar a una habitación trasera. Ahí, Emilio enrosca una lámpara a un portalámparas que pende de un cable y se ilumina el lugar. En un rincón, un colchón en el piso, sobre el cuál hay varias cobijas arrugadas, un calentador para la comida, un par de ollas y una pava. A un lado, asoman de un par de bolsas de nylon negras, algunas prendas de vestir.
-¿Qué es este lugar? - pregunta Lucas, temeroso, mientras observa las paredes descascaradas y manchadas por la humedad.
-Esta es mi casa.
-Pero, ¡si vos vivís en la pensión!
-Sí, desde que tu papá me paga la pieza, pero antes, acá es dónde siempre estuve.
-¿Vos lo conoces a mi papá?
Emilio asiente con la cabeza, sonriendo. Lucas se inquieta.
-Me quiero ir a mi casa...
-Ya vas a ir. Por ahora, quédate tranquilo que tengo que llamar por teléfono...
-Quiero a mi mamá...- moquea Lucas, asustado.
-¡Mirá, no me la hagas difícil y sentate ahí un rato!- se ofusca Emilio- ¡Y no hables más!
Lucas obedece. De sus ojos se descuelgan gruesas gotas que ruedan por sus mejillas. Emilio se aparta un poco, sin dejar de vigilarlo y llama a César.
-¿Hola? Te quería avisar que ya lo tengo conmigo...Sí, pero no sé cuanto más se va a aguantar quieto. Está bien, le explico para que no se asuste...Chau.
Cuelga y se acerca a Lucas. Esforzándose por ser amable, se agacha a su lado.
-Escúchame, ese era tu papá. El dice que no te asustes, que tiene que hacer algo primero y después te pasa a buscar. Mientras, yo te tengo que cuidar ¿entendiste?
Lucas asiente con la cabeza.
-Bueno, contame algo, charlemos...
-Pero vos me dijiste que no hablara más...
-Esta bien, pero eso era antes. Contame algo, entonces se nos pasa el tiempo.
-No quiero...- responde Lucas, dolido.
-Bueno, como quieras...
Emilio se levanta, camina hacia la puerta de la habitación y enciende un cigarrillo, observando hacia afuera.
-Cuando venga tu viejo, esto se va a acabar de una buena vez...
Lucas se limpia las lágrimas con la manga de la ropa, mirándolo con rencor.

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El silencio en la pensión es absoluto. Está desierta. Sus ocupantes han salido a la calle en busca de Lucas. Cae la noche y solo las luces del patio y la de la cocina iluminan el lugar. La puerta de calle se abre violentamente y entra César, tambaleándose. Su mente ha elaborado un plan absurdo y necesitó de una buena cantidad de alcohol para reunir el valor para ejecutarlo. En su mano derecha, porta su pistola, dispuesto a traspasar, si es necesario, el punto sin retorno. Con su hijo en su poder, solo le resta su esposa. Luego, abandonarlo todo y huir al Uruguay, dónde tiene una chacra.
-¡¡PALOMA!!
Su grito reverbera en la muda quietud de las cosas.
-¡¡PALOMA!!
Avanza maltrecho, alienado. Tantea puertas, apunta a las sombras. Se convence de que no está, de que ni siquiera hay alguien para hacerle frente. Parado en medio del patio, baja los brazos, sollozando. Cae de rodillas y por un instante, parece abatido. Pero se levanta con un alarido de furia y se dirige a la entrada con grandes zancadas. Vuelve a los pocos segundos, portando dos bidones de nafta que comienza a esparcir por la casa. Cuando los vacía por completo, impregnando cada rincón, ingresa a la cocina y abre todas las llaves del gas, dejándolo fluir en el ambiente.
-¡Hijo de puta! ¡Te voy a enseñar !¡A mi, nadie me roba a mi mujer!
Arroja un fósforo y corre hacia la calle. El fuego se propaga desde el patio a las habitaciones y hasta el segundo piso. Arde la parra, consumida por el calor intenso. Las aberturas de madera, los muebles, los colchones y la ropa, son como pasto seco para las llamas. En minutos, lo que tanto trabajo dio levantar, es devorado por la combustión.
César sube a su auto y arranca. Maniobrando con imprudencia, huye a toda velocidad.


Pensión de Caballeros- Cap 7°- "No terminó"

Luego de aquella noche, en la que Esteban casi lo sorprende hablando con César, Emilio propuso ser quién hiciera las llamadas. Así, puede buscar un lugar tranquilo fuera de la pensión, dónde no corre peligro de que lo descubran. El único inconveniente, es que César se crispa cada vez que hablan, hastiado de esperar a que se ponga en contacto, y tiene que soportarlo.
-¡Pendejo de mierda! ¡Me dejaste colgado! ¿Acaso no te dije que sacaras a mi hijo de ahí?
-Está difícil, por ahora...
-¡No me vengas con pelotudeces! ¿Quién carajo te salvó de la cárcel? ¿No te acordas? ¡Fuí yo! ¡Y ahora me venís con esto!
-Lo voy a hacer, te juro que lo voy a hacer...
-¡Más te vale! ¿No me digas, que te están cayendo simpáticos esos mugrosos? ¿Que te pasa? ¿Te ablandaste?
Emilio guarda silencio, mientras César despotrica.
-¡Te doy un par de días, sinó, después van a aparecer mágicamente esas pruebas, en tu contra, que el juez extravió! ¿Estamos?
-Si,si...
-¡No te olvides para quién trabajas!
Le corta me manera abrupta, dejándolo preocupado, sentado en un banco de la plaza.

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-¡Qué calor! ¿no?
Sentado en uno de los escalones de la escalera, Emilio se dirige a Lucas, que juega con sus autitos en el patio. El nene no le responde, abstraído.
-¿No los viste al Ruso y a Cosme?- insiste.
-No- contesta Lucas, sin interés en entrar en conversación.
-Se iban a tomar un helado y me dijeron que, si quería ir, fuera para allá.
El tema parece interesarle y deja de jugar, para prestar atención.
-¿Se fueron a tomar un helado?
-Sí, a vos ¿no te invitaron?
Lucas niega con la cabeza.
-Podés venir conmigo, si querés...
-Es que mi mamá no está. Salió con Esteban y me dijo que me quedara acá.
-Como vos quieras, pero como es tan cerquita, podríamos ir y volver enseguida...¿Te gustan los helados?
-Sí, ¿y a vos?
-¡Mas vale! ¡Encima, con este calor!
-¿Podemos volver antes que llegue mi mamá?
-Seguro. Pero tendríamos que irnos ahora, antes de que el Ruso y Cosme se vayan.
Lucas duda. Emilio se aprovecha de su inocencia.
-¿Vamos?- invita, levantándose.
Lucas se decide. Se pone de pie y toma la mano de Emilio, que lo conduce hacia la salida.

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Paloma y Esteban regresan cargados con bolsas de supermercado. Entran a la pensión por el taller, dónde el pibe, coloca un canasto a una bicicleta. Paloma saluda y continúa hacia el patio, él se queda en el lugar de trabajo.
-¿Todo tranquilo?
-Sí - contesta el pibe- Vino Pedro a retirar su bicicleta y dijo que después pasa a pagar...
-¡Qué manía! ¿Nadie viene con guita? ¿Qué le pasa a la gente?- protesta Esteban.
Regresa Paloma, desde la casa.
-Pibe ¿no viste a Lucas?- pregunta, angustiada.
El chico niega con la cabeza.
-¿Qué pasa? - pregunta Esteban.
-Dejó sus juguetes en el patio, y no lo encuentro...
El puede ver el miedo en sus ojos.
-Pará que te acompaño, debe andar por ahí...
Salen del taller, recorren las habitaciones, el patio trasero y el resto de la pensión.
-No está- musita Paloma, a punto de llorar.
-Seguro se lo llevó Miriam. Vayamos a ver...
Con apuro, salen de la casa.

martes, 25 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- Cap 7°- "Dulce hogar"

Esteban, apoyado en el marco de la puerta de la habitación de Paloma, la observa hacer la cama.
-¿Cómo te sentís?- le pregunta.
-Muy bien. Acabo de hablar con Amanda, para que se quede tranquila. Ella se va a ocupar de los asuntos del campo, por el momento.
-Te vas a tener que comprar ropa...
-¡Es cierto! - admite ella, algo preocupada- ¡Y a Lucas también! ¡Nos quedó todo en el country!
-Podemos ir a buscarla- bromea él.
Paloma, sonriente, se le acerca y le rodea el cuello con sus brazos, besándolo.
-A esa casa, no vuelvo nunca más...
-Donde tenemos que volver, es a lo del abogado. Hay que ponerlo en sobre aviso, por si tu ex, intenta alguna jugada.
-Es verdad. Además, necesito que me asesore con la sucesión de mi mamá...
-Así que, ahora, sos una mujer rica, propietaria de un campo...¡No vas a perder el tiempo conmigo, un simple mecánico de bicicletas!
-Eso de rica, ya lo vamos a ver. En cuanto a vos -le da un beso- no te dejo escapar por nada del mundo.
El la abarca con sus brazos y se besan largamente.

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Al contrario de lo que esperaban, los días transcurren sin novedades y la vida en la pensión retorna a la normalidad. Esteban y el pibe se ocupan del taller, el Ruso y Cosme salen a trabajar, Paloma y Lucas hacen las compras y se encargan de la casa. Incluso, a Emilio, se lo ve con más seguido e integrado al grupo. Al parecer, ya no trabaja más en la panadería. Y aunque Esteban insiste en no bajar la guardia, no encuentran motivos para alarmarse, y no hacen demasiado caso de sus recomendaciones. Lo que pasó, hace apenas siete días, parece haber quedado en un pasado lejano.

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Esteban se afeita con la puerta del baño abierta. Lucas, de pie junto al lavabo, no se pierde detalle. Se asoma Emilio.
-¿Un mate? - le ofrece.
Esteban lo acepta, sonriendo, con la cara llena de espuma.
-Se ve que no tenés nada que hacer...¿qué pasó con el laburo?
-Lo de siempre. Echaron gente y los que entramos últimos y estábamos en negro, fuimos los primeros en irnos.
-¿Y que te dijeron? ¿Cual era el motivo?
-El aumento en los costos, la merma en las ventas, y cosas parecidas...
-Sí, ya se...también lo sufrí, alguna vez - le devuelve el mate.
Continúa con la afeitada, enfrentándose al espejo.
-Escuchame, a mi viejo le va a hacer  falta una mano, ya está grande y no se puede ocupar de todo...Yo le hablé de vos y estuvo de acuerdo. Te lo comento porque, por ahí, te interesa...
-¡Sí, como no! ¡Tengo que ver algunos otros trabajos, pero lo voy a tener en cuenta!
-No te ilusiones con que te va a pagar mucho, es un poco tacaño...
-Mejor que nada, debe ser...Gracias, Esteban.
-No es nada. Con otro mate arreglamos.¡No me vayas a dejar rengo!
-¡No, que va! ¡Ya te traigo otro!
-Ta bien, no hay apuro...
Emilio sale y Esteban termina de afeitarse, ante la curiosa mirada de Lucas.

lunes, 24 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- Cap 7°- "El reencuentro"

El pibe, armado con una escoba, se pone de pie al escuchar que la puerta de calle se abre. Baja la guardia al ver entrar a Cosme, el Ruso y Esteban, que a pesar de estar maltrechos, vienen riendo y haciendo comentarios sobre la pelea. Paloma emerge de la cocina, al ver que son ellos, y corre a los brazos de Esteban. Este, la estruja con vehemencia contra su pecho.
-¡Nunca, pero nunca jamás, vuelvas a hacer semejante cosa! - le ruega él.
-¡Lo prometo! ¡Perdóname, por favor! ¡Te quiero!
-¡Yo también te quiero!
Se funden en un beso y los pensionistas vitorean y aplauden..
-¡Eh! ¡No coman delante de los pobres! - exclama Manuela, que junto a Lucas, observan desde lejos.
Se separan, sonrientes y avergonzados. Paloma deja a Esteban y reparte abrazos.
-¡Los extrañé! ¡Gracias por todo!
-¡Nunca en mi vida, estuve más felíz de que me partieran la cara! -bromea el Ruso.
-¡Valía la pena! -agrega Cosme- ¡Esteban ya amenazaba con volver a cocinar!
Se rien, contentos. Ella se emociona hasta las lágrimas. Esteban la atrae hacia sí, consolándola.
-No seas tonta...ya pasó.
-¿Y el Luquita? - pregunta el Ruso, mirándolo de reojo.
Lucas se acerca corriendo y lo abrazan.
-¡Ahí está! ¡Campeón! - le revuelve el cabello, lo levanta y lo besa en la mejilla.
Cosme observa extrañado al pibe.
-¿Y vos? ¿Que haces con esa escoba?
El pibe balbucea.
-Era para...¡no sabía si eran ustedes o qué...!
-¡Ah! ¡Me había asustado! ¡Pensé que te ibas a poner a barrer por una vez!- bromea.
-Tiene razón el pibe - dice con seriedad Esteban- Hay que estar alerta. No va a ser tan fácil...
-¿Qué queres que hagamos?
-Mantener la puerta del frente bajo llave y tener cuidado cuando anden solos por la calle...
-Lo que vos digas...
-Bueno, y ahora ¿porque no comemos algo? ¡Tengo un hambre!
-No se si me quedaron dientes sanos - comenta Cosme- Va a tener que ser algo tierno...
Acompañan a Paloma hacia la cocina, Esteban se retrasa. Le muestra el manojo de llaves al pibe, indicándole que cierre la puerta principal. Lo palmea, agradeciéndole por haber cuidado el lugar en su ausencia. El pibe agarra las llaves con una sonrisa.
-Bien hecho, pibe.
Luego, deja el patio y se reúne con los otros.
Emilio, desde el segundo piso, observa lo que pasa por la puerta entornada de su cuarto, mientras atiende una llamada de César.
-Ya están todos, ¡sería una locura venir para acá!- intenta convencerlo.
-¡Quiero a mi esposa y a mi hijo de vuelta!- grita César, sin entrar en razones.
-¡Tiene que haber otra manera!- dice Emilio, viendo cómo el pibe atraviesa el patio, luego de cerrar la puerta de calle.
El abogado, del otro lado de la línea, se mantiene en silencio.
-Sí, la hay- dice, al fin- Por unos días, se van a mantener cautelosos...Apenas bajen la guardia, me traes a Lucas.
-No va a ser fácil, tu pibe no tiene onda conmigo...
-¡Ganátelo, pelotudo! ¡Y avisame cuando lo tengas!- le grita César, cortando la comunicación.
Emilio menea la cabeza. Las cosas se están complicando, y con sus antecedentes, no le convence secuestrar a un chico. Además, su jefe está todo el tiempo fuera de sus cabales y no piensa con claridad. Si todo sigue así, tal vez le convenga desaparecer, antes de terminar pagando los platos rotos de otro.

domingo, 23 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- 7° Cap- "La Fuga"

Manuela, Paloma y Lucas, atraviesan corriendo el cementerio, en busca de una salida lateral. Atrás van dejando las lápidas al ras del suelo y los panteones, y cruzan un terreno cubierto de césped, que lleva al paredón que circunda el lugar. Manuela señala un portón de rejas herrumbrado. Del otro lado, las espera su auto, estacionado ahí con ese propósito. Continúan, sin saber que en ese momento, Esteban está derribando a César de un puñetazo en la cara. Pero, bueno, no fue así como comenzó el día...

Amanece.                                                                                                                                         Somnolientos, los deudos de Leticia, han pasado la noche en la sala velatoria y se aprestan para el último tramo de la ceremonia. Paloma, que no ha pegado un ojo, se debate entre la culpa y el sentido de la oportunidad. Sabe, en dónde quiera que esté, que su madre le va a perdonar el hecho de aprovechar su partida para escapar.                                                                                                                           César, advertido por Emilio, ya está enterado de la presencia de Esteban en el pueblo y se mantiene alerta. No ha perdido de vista a su esposa por un segundo.                                                                                 Lucas, Amanda y Bety, han dormitado en el campo, disponiéndose a volver para las diez, que es la hora que fijó el servicio para sepultar a la difunta.                                                                                                    En el hotel, Cosme y el Ruso se están levantando, mientras que Esteban y Manuela, desayunan en una de las mesas del lobby.
De manera paulatina, la gente del pueblo retorna a despedir a Leticia, ingresando al lugar.
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La columna acompaña al féretro hasta su última morada. Luego de unas emotivas palabras del párroco, avanzan por el cementerio con lentitud. César, sosteniendo una de las manijas del ataúd, marcha intranquilo. Ha dejado a sus hombres en la entrada y vigila a Paloma, buscando algún vestigio de anormalidad. Ella, sollozando, camina de la mano de Lucas. Más atrás, Manuela se esfuerza por disimular su ansiedad. En silencio, la muchedumbre continúa a paso lento hacia el panteón familiar.
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El Ruso y Esteban, descienden de la camioneta y resueltos, se enfrentan a los matones del abogado. Cosme, que se a bajado antes, tajea, en el estacionamiento, dos neumáticos del auto de César y lo deja inutilizado. Uno de los tipos se adelanta unos pasos, mientras el otro, hace una llamada por su celular.
-¿Adónde creen que van?
-¡Vinimos a hablar con tu jefe...!
-¡A nadie le interesa hablar con ustedes, así que, váyanse si no quieren tener problemas!
-¿Y quién nos va a echar? ¿Ustedes?
-¡Más vale que sí, viejito!
-Ya están acá- informa el segundo hombre, hablando por el teléfono.
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César, retirado del grupo, atiende la llamada.
-¿Sí?
-Ya están acá- le informan.
-¡Que no pasen! ¡Ya voy para allá!- ordena, furioso.                                                                         Cuelga. Se aproxima al tumulto y alcanza a ver a Paloma dentro del panteón, entre los ataúdes de su padre y su madre, despidiéndose. La gente la rodea, le brindan consuelo. Decide que puede ir hasta la entrada, a ver que pasa, y volver con rapidez. Ella tiene para rato y eso la va a entretener. Camina con prisa, alejándose. Manuela, que está expectante de sus acciones, toma a Lucas de la mano y se abre paso entre la gente, para hacerle una señal a su amiga.
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Corren. Atraviesan el cementerio hasta sortear un portón que da a una calle lateral, suben con prisa al auto de Manuela y arrancan, alejándose. Solo cuando toman la ruta, aflora en sus rostros, una sonrisa esperanzadora.

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-¿Qué carajo quieren? ¡No respetan ni a los muertos, ustedes!- vocifera César, al frente de sus hombres.   El primer puñetazo es para él. Esteban lo golpea en la cara y lo derriba al suelo.
-¡Esta me la debías, maricón! - le grita con satisfacción, sacudiendo la mano dolorida.
El hecho, desata la pelea. Dando y recibiendo, los hombres arman el mayor escándalo posible en la puerta del cementerio, ganando tiempo para Paloma, Manuela y Lucas.


jueves, 20 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- 7° Cap- "En el pueblo"

César, de traje oscuro, permanece de pie en la puerta de la sala velatoria. Afuera, dos hombres corpulentos se pasean por la vereda, escrutando los rostros de las personas que llegan, buscando en ellas, las características que César les describió. El olor a flores y el murmullo de las conversaciones, saturan la sala. Paloma, de riguroso negro, recibe a los amigos y conocidos de la familia, agradeciendo las muestras de afecto. Lucas ronda por ahí, compartiendo con quién le pregunta, el origen del yeso en su brazo. Amanda y Bety, colaboran con el servicio y ofrecen café y jugo a los concurrentes. En general, es un desfile de familias enteras. Gente sencilla y de rostros lánguidos, oriundos del pueblo y de los campos aledaños. Leticia era muy querida por todos y la recuerdan como una mujer amable, honesta y generosa.                               César, hastiado, enciende un cigarrillo y sale a tomar aire a la vereda. Cruza una mirada con los hombres, que se mantienen alertas. Se le acerca un señor, de traje, a saludarlo.
-Mi más sentido pésame- le dice, extendiendo su mano.
César se la estrecha, agradeciendo.
-Usted no me recuerda, ¿no? - continúa diciendo el extraño- Soy Alejandro García, el contador de la familia. Cuando usted y Paloma se casaron, estuve en su boda...
-¡Ah! ¡Discúlpeme, pero es que con tanta gente...!
-No hay problema, los contadores somos fáciles de olvidar...
Se ríen, matizando el momento.
-Quisiera aprovechar, ahora que lo encuentro solo, para comentarle que tenemos asuntos que tratar sobre los bienes de la señora Leticia. Yo sé que usted es abogado, así que me va a facilitar mucho las cosas. Si se quedan unos días, en el campo, sería bueno que nos juntáramos a charlar de como marchan las cosas.
-Me parece bien. ¿Como me comunico con usted?
El contador saca de su bolsillo una tarjeta y se la extiende.
-Puede llamarme a este número. Ahora, con permiso, voy a entrar a saludar...
Se despide de César, que se guarda la tarjeta y vislumbra el cuantioso capital que va a pasar a sus manos. El buen humor le dura poco, al ver descender de su auto a Manuela y dirigirse a la entrada. Sin saludar, pasa a su lado y se amedrentan con las miradas. La sigue con la vista, intranquilo, hasta que la pierde entre la gente.

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Paloma se quiebra al abrazarse con Manuela. Llora y se desahoga en su hombro. Su amiga la consuela, conmovida. Al separarse, enjugan sus lágrimas, observándose después de tanto tiempo.
-Me da gusto verte - le dice Paloma, moqueando.
-A mi también, aún en estas circunstancias. Estuve preocupada por vos. ¿Cómo estás?
-Imagínatelo...
-¿Cómo te podemos ayudar? Los muchachos, están conmigo...
Paloma se asegura de que César aún esté afuera, estirando el cuello por sobre las cabezas.
-Escuchame con atención -le pide a Manu- Esto es lo que vamos a hacer...

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Reunidos alrededor de la camioneta, mateando en el estacionamiento de una estación de servicio, en las afueras del pueblo y a la vera de la ruta, Esteban, Cosme y el Ruso, esperan por novedades. Esteban se pasea nervioso. Rechaza el mate que el Ruso le ofrece.
-Cálmate, que ya va a llamar.
Esteban asiente con la cabeza, observando el tránsito de la ruta. Un eucalíptus los protege del sol del mediodía y el calor se hace sentir.
-¿Por qué no vamos adentro y picamos algo? -propone Cosme -Seguro que hay aire acondicionado.
-No es mala idea - concuerda el Ruso- Esteban ¿querés venir?
-Vayan ustedes, después los alcanzo.
-Vamos- dice Cosme, cerrando la puerta del vehículo. El Ruso guarda el mate y lo sigue. Caminan hasta el comedor y al entrar, agradecen la frescura del ambiente. Se acomodan en una mesita junto al escaparate. Observan a Esteban, caminando sobre la grava.
-¡Cómo se pone, este! ¿No?-comenta Cosme.
-Sí, no sé si fue buena idea venir. Después del ataque...
-Si hay quilombo, mejor que no se meta, a ver si queda culo para arriba de nuevo...
-Vos no lo conoces, no se va a quedar atrás...
Cosme pasea la vista por el interior.
-Acá, ¿te vienen a atender o hay que pedir en el mostrador?
El Ruso se vuelve, buscan con la vista algún mozo.
-Me parece que hay que ir a pedir...
Se levantan, quejándose, y caminan hasta la barra.

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El celular que Manuela le prestó, suena en su bolsillo y Esteban se apresura en atender. Es ella. Mientras camina de manera errante por el estacionamiento, escucha lo que acordaron con Paloma. Asiente un par de veces, se despide y corta. Se dirige hacia el comedor, para a avisarles a los demás. Entra y los encuentra comiendo y bebiendo una cerveza. Cuando lo ven, le hacen señas para que se acerque.
-¡Vení, Teban! ¡Sentate!- invita el Ruso.
Esteban descorre una silla y toma asiento.
-¿Ya te llamó Manuela?- pregunta Cosme, masticando un pedazo de su sandwich de milanesa.
-Recién...
-¿Qué dijo? ¿Cómo está la cosa?
-Es mejor que no vayamos al velorio, el tipo se trajo un par de monos por si nos aparecemos...
-¿Entonces?
-Dice Manuela que nos quedemos en el hotel, ese que vimos cuando veníamos para acá, y que le reservemos una habitación para ella. Ahora les explico, qué vamos a hacer mañana, durante el entierro...-se vuelve, busca con la vista -¿Y el mozo?
-¡Hay que ir a pedir!- responden al unísono.
-Me busco algo para comer, y les cuento...
Miran cómo Esteban se aleja, se vuelven, y continúan almorzando.





martes, 18 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- Cap 7°- "Malas noticias"

Luego de la partida de Manuela, César y su secretaria, acomodan lo que quedó desperdigado en el suelo de la oficina. El teléfono comienza a sonar sobre el escritorio. Su secretaria atiende ahí mismo.
-Estudio...
César recoge unos papeles, desentendiéndose de la llamada.
-Si, es acá...- escucha que contesta su secretaria- Un momento, me voy a fijar si se encuentra...
Pasa la llamada a espera, volviéndose hacia él.
-De parte de Leticía Villagra. Que es urgente...
César asiente con la cabeza y se acerca a tomar el tubo. Ella lo comunica.
-Señora, le paso con el doctor...
Toma el teléfono, indicándole a la chica que se retire. Esta, sale y cierra la puerta. Recién entonces, contesta.
-¿Diga? ¿Quién habla?


Desde un teléfono público, instalado dentro de la clínica, Amanda se presenta con César.
-Soy Amanda, la empleada de doña Leticia...
-¿Qué se le ofrece?
-Ella me había dejado varios números, para ubicar a la señora Paloma, y no pude encontrarla en ninguno de ellos. Dígale que Leticia se descompuso y está internada en la clínica del pueblo. Que es de urgencia, señor. Tiene que venir porque, los médicos, no creen que la doña pase de esta noche..

César, parado en su oficina, asiente ante el pedido.
-No se preocupe, yo le aviso. Gracias por llamar.
Cuelga, permanece pensativo unos segundos, analizando la situación. Llama a su secretaria por el interno.
-Llame a mi casa. Necesito hablar con mi esposa...

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Es de noche, Paloma baja del auto de César y entra corriendo a la única clínica del pueblo. Recorre los pasillos hasta encontrarse con Amanda y Bety, en la sala de espera. Al verla, se levantan de sus asientos y salen a su encuentro. Con caras lánguidas, intercambian unas palabras y la abrazan, llorando. Cuando César y Lucas la alcanzan, basta una mirada desde lejos, para comprender lo que a ocurrido.

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Emilio, amparado por las sombras del patio, atiende el llamado de César y se entera del fallecimiento de Leticia. La preocupación de su jefe, es que Paloma debe permanecer unos días en el campo, para el velatorio y el entierro, y su vigilancia pueda ser vulnerada. 
-No se aflija, yo le mando a unos amigos, para que le ayuden...Sí, cualquier movimiento raro que vea, le aviso, como siempre...Está bien, nos vemos.
Corta. Se vuelve para subir a su habitación y se topa con Esteban, parado muy cerca suyo.
-¡Esteban! ¡Me asustó!
-¿Con quién hablabas? 
-Cosas del trabajo, vió...
-¿Y dónde estás trabajando? Tenés unos horarios medios raros...
Emilio, acostumbrado desde chico a enfrentar interrogatorios en la jefatura, es hábil para mentir.
-Estoy de aprendíz en una panadería, laburamos toda la noche...
Esteban, no demasiado convencido, acepta que la explicación pueda ser verdadera.
-Bueno, a ver si uno de estos días, te lucís con un pan casero ¿no?
-¡Sí, por supuesto! ¡Cuando usted diga! - se ríe Emilio, incómodo- Bueno, ahora lo dejo, me voy al trabajo.
-Anda, nomás.
Lo ve salir, desconfiado. Escucha que suena el teléfono. Camina hacia la cocina y atiende.
-¿Hola?
-Soy Manuela.
-¡Manu! ¿Pasa algo?- se extraña.
-Me acaban de avisar, que falleció la mamá de Paloma.

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Pensión de Caballeros- 7° Cap- "Pienso en vos"

Esteban, el Ruso y Cosme, toman un café, con Manuela, en el bar de Hugo.
-Ya lo intenté todo, Esteban. No hay manera de llegar a ella - cuenta Manu.
-Por lo menos, ya sabemos que está en esa casa- dice el Ruso, aún molesto por el mal trato en el country.
-¿Y la madre? ¿Habrá hablado con ella? - pregunta Esteban.
-No me animo a llamarla, ya sabes que no está bien de salud. No quisiera meter la pata y que la noticia la desmejore aún más...
-Sí, tenes razón. Lo más probable, es que no sepa nada...
-¡En algún momento tiene que salir! ¿No?- opina Cosme, sacándose el palillo de la boca.
-No creo que la deje...Ella, sola, se metió a la boca del lobo- se lamenta Manu.
-¡Si solo hubiera esperado a que yo saliera del hospital!
-¿Y si se escapa?- pregunta Cosme.
-La debe tener amenazada. No te olvides que allá, también está el Luquita- le responde el Ruso.
-Cierto, ese es capaz de todo...
Hugo, que regresa a la mesa luego de atender a unos clientes, aporta lo suyo.
-El chico ¿cuando empieza la escuela? ¡Esa, sería una buena oportunidad para mandarse a mudar!
-Podría ser...¿cuando terminan las vacaciones?
-No sé - duda Manuela- Creo que falta más de un mes ¿no?
-Treinta días, o más... Eso es mucho tiempo...- se desanima Esteban.
Cabizbajos, sufren en silencio su incapacidad para socorrerla.
-La verdad, no veo una solución...- musita.
-A mí se me ocurre una, eso sí, es bastante violenta...- propone el Ruso.
-Ya te dije que no...- le recuerda Esteban.
-Está bien...- se resigna, de mala gana.
-¿Qué? ¡Ahora, me quedo con las ganas de saber cuál era!- se queja Cosme.
-¡Nada de violencia! ¡Hay que usar la cabeza!- se ofusca Esteban.
-Hijo...- le llama la atención Hugo, recordándole su delicada condición.
-Sí, ya se, ya se...
Se instala el silencio de nuevo entre ellos.
-Algo ya se nos va a ocurrir. No desesperen.  A veces, la solución se presenta sola. Solo es cuestión de aprovecharla-opina Hugo, retirándose a trabajar.
-Ojalá sea así...-desea el Ruso, levantándose de su silla y dándole una palmada en el hombro a Esteban. Luego, se dirige a Cosme cuando dice- ¿Vamos?
Cosme se pone de pie, saludan y salen del bar. Manuela y Esteban quedan solos.
-¿Cómo estará? - pregunta él, con la vista perdida en la calle.
-Estoy segura que bien. Es una mujer muy fuerte, aunque a veces, haga estupideces...
Toma la mano de Esteban sobre la mesa, tranquilizándolo.
-Además, como sabe que vos estás pensando en ella, no se va a rendir tan fácil, vas a ver...
El calor de la mano de Manuela y su sonrisa, logran reconfortar a Esteban.
-Gracias, Manu...
-Todo va a salir bien...
Manuela se despide, se levanta y también se va a trabajar.                                                                         El se queda pegado al vidrio, perdido en un laberinto de recuerdos felices.

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César, sentado detrás de su escritorio, revisa unos expedientes. Escucha un alboroto que viene del otro lado de la puerta, proveniente de la sala de espera. Se quita los anteojos y deja los papeles. Abre una gaveta y se asegura de que su pistola está ahí, al alcance de la mano. Se serena y aguarda. La puerta se abre y entra Manuela, hecha una tromba. Su secretaria la sigue, recriminándole su manera de proceder.
-Está bien - le indica César- Yo me encargo.
Ofuscada, su secretaria se retira y cierra detrás de ella. Manuela, se aproxima a él y apoya sus manos sobre el escritorio con prepotencia.
-¿Dónde tenés a Paloma?
César se recarga en el respaldo del sillón, sonriendo con sarcasmo.
-¿Acaso no lo sabes? ¿No te contaron tus amigos?
-Tengo que hablar con ella...
-Ella no quiere hablar con vos, ni con ninguno de esos mugrientos de la pensión. Está muy bien dónde está, que es conmigo. No los quiere volver a ver.
-¡Mentira! ¡Que me lo diga ella, entonces!
-Podés llamarla cuando quieras - dice, acercándole el teléfono.
-¿Para qué? ¡Si me atiende el robot ese, que tenés de sirvienta, y me dice que no está!
-Mala suerte. Tenés que volver a probar...
-Mirá, César...
-Mirá ¿qué? -su tono se vuelve amenazante- ¡La próxima vez que entres acá, de esa manera, te hago echar a patadas en el culo! ¿Entendiste? ¡Y vayan olvidándose de Paloma, que ella tiene dueño! ¡Y ese soy yo! - se pone de pie y Manuela retrocede unos pasos- ¡Ahora, andate antes de llame a seguridad!
-¡Sos un hijo de puta! ¡No la vas poder tener encerrada para siempre! - grita ella, barriendo de un manotazo el escritorio, tirando el teléfono y un lapicero al suelo.
-¡Salí de acá!-grita César- ¡Decíle a ese tipo que se olvide de ella! ¡Para siempre!
-¡Anda a la puta madre que te parió! - le responde Manuela, saliendo y dejando adrede la puerta abierta. César, agitado,  descarga su furia de un puñetazo sobre los expedientes.

lunes, 17 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- Cap 7°- "Unos días después"

Cae el sol y Esteban, ya recuperado, toma mate con el Ruso en el patio de la pensión.
-Ni una noticia- dice Esteban, melancólico.
El Ruso le alcanza un mate.
-Ya te dije, ¡la buscamos por todos lados! ¡Ni Manuela sabe nada!
-Ese hijo de puta la tiene...
-Me dijo que me va a pasar la dirección, para que vayamos...
Esteban suspira, devolviendo el mate vacío.
-¿Sabes cuanto hace que no me sentía así? Desde que murió Teresa...¡Estoy hecho mierda,Ruso!¡Si sabía que esto iba a pasar, hubiera preferido morirme del ataque al corazón...!
-¡Che! ¡La boca se te haga a un lado! ¡No digas pavadas!
Esteban, cabizbajo y con los ojos húmedos, guarda silencio. Baja Emilio por la escalera y los saluda al pasar.
-Nos vemos...
-Chau - responden al unísono, viéndolo salir. El Ruso chupa el mate.
-Este, en algo raro anda...
-¿Por?
-Sale a esta hora y de día ni se lo ve. Es chorro, o vende falopa...Espero que no nos traiga problemas...
-Lo único que nos falta...
Suena el teléfono. El Ruso se levanta a atender.
-Dejá, voy yo.
Se aleja hacia la cocina. Esteban se ceba otro mate, pensativo. El Ruso vuelve enseguida, sonriendo.
-¡Era Manuela!¡ Ya tenemos la dirección del Country!

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  La camioneta del Ruso de detiene junto a la garita de entrada del country. Esteban, de acompañante, se inclina hacia la ventanilla del conductor para hablar con el guardia.
-Buen día. Venimos a ver a Paloma Villagra.
El guardia, sin salir de su garita y antes de pronunciar una palabra, chequea una planilla.
-La señora Villagra no puede recibir visitas. Tenemos órdenes del marido.
-¿Cómo es eso? - se indigna el Ruso.
-Padece un desequilibrio mental. No puede ver a nadie.
Esteban y el Ruso se miran.
-¡Eso no es cierto!- exclama Esteban- ¡Si nunca vi a una persona más sana!
-Si está acá, está certificado por un profesional - explica el guardia, golpeando la planilla con el dedo.
-¡El tipo la tiene presa!- dice el Ruso-¡Y, eso, es falso!
-No puedo hacer nada. Se van a tener que retirar.
-Pero, ¿no ve que está secuestrada?- insiste Esteban.
-Lo siento, muchachos. Retírense o llamo a la policía.
El Ruso se vuelve hacia Esteban, susurrando.
-Si este forro, no nos deja pasar ¡lo cago a trompadas!
Esteban lo detiene.
-¡No! ¡Las cosas se van a poner peor de lo que están!
-¿Y qué vamos a hacer?
-Nos vamos- acepta Esteban con amargura- A lo mejor, Manuela tiene mas suerte...
El Ruso putea. Pone marcha atrás y retroceden, dejando libre la entrada. Impotentes, se alejan del lugar. El guardia anota el número de patente del vehículo, levanta el teléfono y marca una línea interna.
                                       
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Irma, la empleada de César, atiende el teléfono. Paloma, que también lo escuchó, se asoma al living sin que la mujer se de cuenta de su presencia.
-¿Hola?
-Buen día, señora, le habla Guzmán, desde la entrada...
-Diga...
-Recién se hicieron presentes unos hombres que querían ver a la señora Villagra. Nosotros les impedimos el ingreso, como ordenó el marido.
-¡Hizo muy bien! ¡Nadie puede ver a la señora a menos que lo autorice el señor!
-Solo quería avisarle, para que usted supiera...
 -Se lo voy a comentar al señor César cuando llegue.¡ Muchas gracias!
-Que tenga un buen día.
Irma cuelga. Intuye algo y se vuelve con rapidéz. Creyó escuchar ruidos a su espalda. Atraviesa el living, se asoma al pasillo de entrada y no ve a nadie. Se convence que fue su imaginación y regresa a la cocina a seguir con sus tareas. Solo cuando se ha ido, Paloma aparece desde atrás de un sillón y huye a su cuarto. Cierra la puerta, temblando. Se deja caer en la cama y se pone a llorar, lamentándose una vez más, de la terrible equivocación que a cometido.


                                                       

domingo, 16 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros-7° Cap-"Tu ausencia"

El Ruso hojea un diario junto a la cama de Esteban, que entreabre los ojos y observa el entorno.
-Estaba soñando -dice- que ya me había ido a casa...
Su amigo deja el diario, mirándolo.
-Ya falta poco...
-¿Y Paloma? Pensé que ella iba a venir...
El Ruso no contesta, Esteban se da cuenta de que le oculta algo.
-Pasa algo ¿no?
-Mira, Esteban, cuando volví a la pensión, no la encontré...
-¿Qué querés decir?
-Que ya no estaba. Ni ella, ni Lucas, ni su ropa...Se fue.
Esteban intenta incorporarse. El lo detiene.
-¡Pará! ¿Que hacés?
-¡Tengo que ir a buscarla!
-¡Calmate! ¡Haceme el favor!
A pesar del esfuerzo, su debilidad lo vence. Vuelve a caer en la cama, rendido.
-¿Estás bien? ¿Llamo al médico?
-No, no hace falta...Ya estoy bien, ya estoy bien...Solo estoy mareado...
Habla entrecortado, su pecho sube y baja, agitado.
-Bueno...¡no me asustes así, hombre!
-Perdoná... ya pasa...
Permanecen en silencio, hasta que Esteban se tranquiliza.
-¿Vos sabes que, ella y yo...?
-Ya lo sabemos todos - responde el Ruso- Se les nota a la legua...
-Entonces ¿por qué se fue? Si todo marchaba bien...
-No lo sé. Puede que para sacarnos de encima a ese tipo...
-Ella no es así. Yo se lo dije, que no tenía que rendirse...
-Ya le vamos a preguntar, cuando aparezca...
-Seguro...cuando vuelva...
Esteban se adormece.Murmura algo que el Ruso no alcanza a entender y, luego, se queda dormido.

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Paloma deambula por el parque, evitando a César, que se encuentra en la casa. Cuando tiene la oportunidad, procura estar sola, extenuada de fingir normalidad delante de su hijo, que no entiende demasiado los cambios abruptos que han ocurrido y la asedia con preguntas. Es que Lucas es un chico despierto e intuye, detrás de su máscara, la tristeza que arrastra como jirones. César ronda alrededor de ellos, con desconfianza. Atiende cada vez que suena el teléfono, no ha ido a trabajar desde que se mudaron y tiene los ojos sobre ella todo el tiempo. No sabe hasta cuando, va a resistir una situación tan apremiante. Solo en el parque se tranquiliza un poco, caminando bajo los árboles, imaginando que Esteban se recupera, que vive una vida normal al no estar a su lado. A veces la asalta el llanto, otras, sonríe con ternura al evocar su recuerdo. Regresa a la casa, quizás César, decidió irse al trabajo y puede pasar un momento grato con su hijo. Entra y no ve a nadie. Recorre las habitaciones y nota que Lucas no está. El miedo la estremece. Con prisa, vuelve sobre sus pasos hasta el living, dónde se topa con César, que sonríe al verla.
-Lucas, ¿dónde está?
César se pone de pie, aproximándose.
-Irma lo llevó a dar una vuelta.
Paloma se paraliza.
-Estamos solos -dice él, sin dejar de acercarse- Aprovechemos y subamos un rato...
-No, César...-balbucea ella, retrocediendo- Con esto de la mudanza, todavía no estoy lista para eso...
El le clava los ojos, tomándola del brazo.
-No te estaba preguntando...-aclara y, de manera violenta, le ordena- ¡Subí!
Paloma solloza y ruega, pero es en vano. César la dirige, a los empellones, hacia la escalera que conduce a la habitación.

viernes, 14 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- Cap 7°- "En sus manos"

Sentada a la mesa del café, una angustiada Paloma, retuerce una servilleta de papel mientras espera la llegada de su ex esposo. Frente a ella, un pocillo vacío y un par de sobres de azúcar arrugados. El lugar le trae recuerdos de cuando era ingenua y apostaba a una relación que parecía ser prometedora. No ha cambiado demasiado. Las mismas mesas, la misma barra, el mismo flujo de estudiantes. Por el escaparate, ve estacionar el auto de César. Se pone nerviosa. En contra de lo que le dicta su instinto, permanece en su lugar. El desciende y se dirige hacia la entrada. Una vez adentro, no le resulta difícil encontrarla, y en pocos segundos está a su lado. Se desabotona el saco, tomando asiento con una sonrisa.
-Bueno, acá estoy. Me costó bastante llegar, estaba complicado el tráfico.
Amaga llamar al mozo pero ella lo detiene.
-No pidas nada, esto va a ser breve...
Desiste, aprestándose a escuchar.
-Decíme, entonces...
-¿Qué querés?
-¿A qué viene esto? ¿Cómo que quiero?
-A cambio de dejar en paz a Esteban ¿qué querés?
César se acomoda. Puede saborear la victoria como un animal puede oler sangre fresca.
-¿No es obvio? Lo quiero todo. A vos, a Lucas. Y quiero que vuelvan a vivir conmigo.
Paloma traga saliva. Se siente como un condenado a muerte.
-¿Acaso es mucho pedir? Quiero a mi familia, que todo vuelva a ser como era...
-¿Y vas a dejar de lado la demanda y cualquier tipo de venganza?
-Lo prometo...
Ella se muerde el labio inferior. Debajo de la mesa, aprieta el puño hasta clavarse las uñas en las palma de la mano. Mira por la ventana. César aguarda, expectante.
-Está bien - dice con voz quebrada- Que todo vuelva a ser como era antes...
El sonríe. Sus ojos irradian la dicha que lo invade. Le toma la mano por encima de la mesa y ella reprime el impulso de retirarla.
-¡No sabes lo felíz que me haces! ¡Te juro, que no te vas a arrepentir! ¡Voy a ser distinto, las cosas van a ser mejores!
Ella no comparte su entusiasmo. Con un nudo en la garganta, deja que sus pensamientos la alejen de ahí y viajen hacia Esteban, inconsciente en la cama del hospital.

                                                                  ...................................
-¿Papá?
Hugo, vencido por el sopor de la siesta, se incorpora de la silla y se acerca a Esteban.
-¡Hola, hijo! ¿cómo te sentís?
Esteban observa en torno, ubicándose.
-Como si un camión me hubiera aplastado...-bromea, esforzándose por sonreír.
Tose un poco, Hugo le pide que no hable. Le alcanza un vaso con agua y le ayuda a beber un sorbo.
-Parece que, esta vez, estoy jodido...
-No es para tanto, hijo. Te vas a tener que cuidar un tiempo...Cuando venga el médico, ya te va a explicar.
-¿Quién me trajo?
-¿No te acordás de nada?
Esteban niega con un ademán de la cabeza. Hugo vuelve a tomar asiento.
-Los muchachos llamaron a la ambulancia. Se asustaron bastante...
-¿Cuanto hace que estoy acá?
-Desde anoche...
Guardan silencio, escuchando el trajín del hospital.
-¿Quién estuvo?
-Vino Paloma a pasar la noche, estuvo el Ruso a la mañana y ahora yo...
-Pareces cansado...¿por qué no te vas a casa? Ya estoy bien...
-¡No te hagas problema!¡Solo es la silla, que es incómoda!
-A mí también me duele el cuerpo, estar tanto tiempo en la cama me revienta. Espero que, cuando venga el médico, me mande a casa...
-Yo no me haría tantas ilusiones, hijo. Te vas a tener que quedar un poco más...
Esteban bufa.
-Si te alegra un poco, dentro de un rato viene a acompañarte Cosme...
-¿Cosme?- le causa gracia la idea- ¡Lo van a tener que desinfectar primero!
Ambos se ríen, aunque a Esteban lo parte el dolor y Hugo deba inclinarse hacia él, para preguntarle si está bien.

                                                               .............................................

 Paloma sale de su habitación arrastrando una valija y un bolso. Se detiene en el patio y con tristeza, da un último vistazo al lugar. Convenientemente, la pensión está desierta. Esteban, el Ruso y Cosme están en el hospital; el pibe está de Miriam y no hay rastros de Emilio. César la trajo en su auto hasta ahí y se llevó a Lucas a dar una vuelta, dándole tiempo de empacar sus cosas. Se auto convence de que lo que está haciendo es lo más conveniente. Debe alejarse de Esteban, aunque le duela, y no perjudicarlo más. El amor requiere, a veces, sacrificios. Conmovida, apenas puede mover los pies hacia la salida. Atraviesa la puerta y cuando cierra, sabe que ahí  adentro, deja momentos imborrables de su vida.


Pensión de Caballeros-Cap 7°- "Lágrimas"

Sentada en una silla junto a la cama, Paloma ve dormir a Esteban. Desde que lo trasladaron a la habitación, a estado bajo los efectos de los sedantes. El hospital estuvo concurrido toda la noche, con ambulancias yendo y viniendo, gente en los pasillos, pasos y murmullos. Paloma consulta su reloj. Ya está por amanecer. No pudo conciliar el sueño y lloró de a ratos, en silencio. El Ruso le relató sobre los momentos previos al pre infarto y se siente culpable por lo sucedido. Si no se hubiera mudado a la pensión, no habría involucrado a Esteban en sus problemas. Nuevas lágrimas asoman en sus ojos. Ahoga un sollozo, cubriéndose la boca con la palma de la mano. Nunca lo había vio tan indefenso y frágil. Por debajo de la puerta, se filtra la claridad del sol, que empieza a iluminar el pasillo. Piensa en su hijo, en ella, en el amor que siente por quién sufre ahora las consecuencias de sus actos y, muy a su pesar, toma una decisión. Enjuga sus lágrimas y espera al Ruso, que en cualquier momento, llega para reemplazarla.

                                                                   ...............................

César está satisfecho, al fin las cosas se están volcando a su favor. Acaba de recibir noticias de parte de Emilio y siente que el riesgo que corrió, al poner en peligro a Lucas, no fué en vano. Se arrellana en su sillón. El disgusto que casi mata a Esteban, le provoca una gran sonrisa. Hasta se regodea imaginando la escena. Está felíz. Suena el teléfono sobre su escritorio y lo saca de sus pensamientos. Atiende.
-¿Qué pasa?
-Su esposa está en la línea- le informa su secretaria- ¿Le paso la llamada?
Se sorprende. La mañana seguía mejorando, a cada instante.
-Sí, por favor.
Con el tubo del teléfono en el oído, vuelve a acomodarse en su sillón, esperando.
-¿César?
El tono de voz de Paloma, denota lo desagradable que le resulta hablar con él.
-¡Qué sorpresa! - exclama César, con sarcasmo- ¡Parecería que ya me estabas extrañando!
-No estoy para tus ironías...Necesito hablar de algo importante con vos.
-No creo que pueda...¿tiene que ser ahora?
-Lo antes posible, antes de que cambie de parecer...
-Veo, entonces...Decíme dónde...
-En media hora, te espero en el café al que íbamos cuando estabas en la facultad...
-De acuerdo. Nos vemos allá.
Cuelga. Se queda pensativo. Ignora lo que quiere Paloma, pero muy dentro suyo, siente que en esta mano, tiene las cartas ganadoras. Se levanta, recoge el saco de la silla y se pone en camino.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros-7° Cap-"Esteban"

-¡Hijo de puta! - furioso, Esteban patea una cajón de sifones plásticos. Los envases vacíos vuelan por el aire, rebotan y se desperdigan en el patio.
El Ruso, es mudo testigo del estado en que se encuentra su amigo. El Pibe ya anduvo por ahí y, al verlo tan cabreado, se internó en el taller sin volver a asomar la cara.
-¡Dejá, boludo! ¿Qué ganas rompiendo todo? - se queja el Ruso.
-¿Vos lo escuchaste? ¡La quiere poner en mi contra! ¡Pedazo de hijo de puta! ¡No le importa que el Luquita se mate, con tal de salirse con la suya!
-Si, ya sé, ya sé.. -reconoce el Ruso, viéndolo caminar como fiera enjaulada -.Che, ¿por qué no te calmas un poco?
-¡Y me la tuve que bancar! ¡Lo tendría que haber cagado a trompadas ahí mismo!
El Ruso menea la cabeza, viendo que no hay manera de que lo escuche.
-Me voy a poner la pava. Esto va para largo, parece...
Agotado, se retira a la cocina. Ahí, llena de agua la pava, enciende el fuego y la pone a calentar. Aún escucha la perorata de Esteban, que viene desde el patio. Lamentándose, reemplaza la yerba del mate. Ve que en la frutera hay naranjas y se le ocurre que le vendría bien ponerle una cascarita al mate. Busca un cuchillo, corta un pedazo de la cáscara y la entierra en la yerba. Ya no escucha las protestas de Esteban y agradece un poco de silencio. La pava empieza a humear por el pico. Aguarda unos segundos y la retira del fuego, antes del hervor. Con placer, se ceba el primer mate, saboreando el gusto que le aporta la naranja.
-¡Che! - le grita a Esteban- ¿Queres un mate?
No obtiene respuesta.
-¿Adónde se habrá ido, éste?- protesta, saliendo al patio con el mate en la mano.
Al asomarse, lo encuentras tirado en el suelo, de costado, dándole la espalda. Corre hacia él, asustado.
-¡Teban!
Lo voltea con esfuerzo. Está sudado y pálido. Aferra con fuerza su brazo izquierdo y respira con dificultad. Su cara, refleja un dolor insoportable.
-¡PIBE! ¡PIBE! - grita el Ruso, alarmado- ¡Llama una ambulancia, urgente!

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 Es de noche. Manuela trae a Paloma y a Lucas , en su auto, a la pensión. Están llegando cuando advierten que una ambulancia arranca a toda velocidad, con las sirena  y las luces encendidas.
-¿Es en la pensión? - pregunta Paloma.
-No creo...-duda Manuela.
Llegan al lugar y ven que el pibe está parado en la vereda, mirando como la ambulancia se aleja. Paloma se alarma. Se quita el cinturón y abre la puerta.
-¡Lucas, esperame acá un segundo...!- dice, mientras se baja.
Se acerca al pibe y, al ver su cara, confirma sus temores.
-¡¿Qué pasó?!
-¡Esteban se descompuso! ¡ Creo que le agarró un infarto!

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lunes, 10 de marzo de 2014

Pensión de caballeros-7° Cap- "Sala de espera"

Luego de la partida de Esteban, el ambiente en la sala de espera es tenso. Manuela a preferido mantenerse a distancia, de Paloma y César, que se sacan chispas procurando no llamar la atención del guardia de seguridad.
-Vos estabas a cargo. Tendrías que haberlo cuidado... - le recrimina Paloma.
-¿Cómo iba a suponer que algo así le iba a pasar? ¡Fue un accidente!
-Entonces, ¿por qué no tuviste reparos en acusar a Esteban? ¡Si fue un accidente, no es culpa de nadie!
-¿Cómo podes defenderlo así? ¿Qué te picó?
-¡Esteban es una buena persona! ¡Y no puedo decir lo mismo de vos!
-¿Que estás insinuando? ¿Acaso me crees capaz de lastimar a mi propio hijo?
-¡No sé, no sé! ¡Estoy enojada y no pienso con claridad! ¡Cuando llegue a casa, no sé con qué cara lo voy a mirar a Esteban, después del escándalo que hiciste!
-¿No pensarás volver ahí? ¡Ni se te ocurra!
-¡Por supuesto que sí! ¡Lucas y yo somos felices viviendo ahí!
-¡Lucas se viene conmigo!
-¡Con vos no está seguro! ¡Nunca lo estuvo!
-¡Ah, y con ese tipo, sí!
-¡Ese "tipo", le dio más cariño del que vos le diste en toda tu vida!
-¿No será que, al cariño, te lo está dando él a vos?
Paloma se contiene de abofetearlo. La situación a llegado a un extremo peligroso. Prefiere apartarse y dejarlo solo. Se acerca a Manuela, que está nerviosa, sin saber como proceder.
-Palo, ¿queres que lo llame a Esteban para que vuelva? ¡Este loco se está poniendo difícil!
-¡Ni se te ocurra! ¡Se puede llegar a armar una, que terminamos todos en cana! ¡Yo lo manejo, no te preocupes! Eso sí, apenas aparezca Lucas, te lo llevas de la manito hasta el auto y nos vamos. ¿Entendiste?
Manuela asiente, y con un además de la cabeza, le indica que se vuelva, que el doctor ya está ahí. Paloma regresa junto a César, para escuchar al médico.
-Bueno, Lucas está bien - los tranquiliza el doctor- Se fisuró un hueso y hubo que enyesarle el brazo izquierdo. Tiene para algo más de un mes, luego hay que hacerle placas nuevamente.
Le alcanza un sobre con las radiografías a Paloma.
-Lo de la cabeza no es para preocuparse. Le dimos unos puntos porque tenía una herida en el cuero cabelludo, nada grave, por suerte. Cuando lo bañe, no tiene que mojarse la venda, así que la envuelve con cuidado con nylon. Una vez al día, hay que hacerle una limpieza con un antiséptico. Los puntos, cuando sane, se caen solos.
Una enfermera llega por detrás, acompañando a un sonriente Lucas y el médico se interrumpe.
-Ahí lo tienen.
Paloma se agacha a su lado, abrazándolo con cuidado.
-¡Chiquito!
-Es un nene valiente. Se aguantó la curación sin chistar y, además, aprovechamos para charlar un rato. Sobre todo, del estado en que quedó su bici.
-Má, ¿Esteban me la puede arreglar?
-No sé, amor. Ya le vamos a preguntar...
-Gracias, doctor- agradece César, estrechando su mano. Paloma hace lo propio, más aliviada. El médico saluda y se retira a seguir con sus actividades.
-Lucas, anda con Manu que yo tengo que hablar con papá...- le pide Paloma.
El nene camina hacia Manuela, que lo toma de la mano y se alejan por el pasillo. César advierte la maniobra y sonríe irónicamente.
-Ya veo...-dice.
-Prométeme, que vas a dejar en paz a Esteban...
-De ninguna manera. No se la va a llevar de arriba...
-Tené cuidado...Lo que vas a lograr, es que Lucas y yo, volvamos a desaparecer.
-Anda sabiendo que antes, te mato...
Paloma retrocede un paso. Al fin ha caído su máscara.
-Este sí, que es el verdadero César, el  que yo conocí...
-Si me buscas, tené por seguro, que me vas a encontrar...
Paloma le da la espalda y se aleja perturbada. Apura el paso para alcanzar a su hijo, y junto con Manuela, buscan la salida de la clínica.

domingo, 9 de marzo de 2014

Pensiön de Caballeros-Cap 7°- "El accidente"

Luego de pasar la tarde juntas, Manuela lleva de regreso a Paloma a la pensión. Está atardeciendo y el tráfico es intenso.
-Deberíamos hacer esto más seguido - propone la conductora.
-Es cierto, la pasé muy bien.
Suena el celular de Manuela. Mete la mano en el bolso que está entre los dos asientos, saca el teléfono y atiende sin dejar de conducir.
-¿Hola?
Del otro lado de la linea, Esteban le pide por favor que le pase a Paloma. El tono urgente del pedido, alarma a Manuela. Estira la mano y le alcanza el aparato a su amiga.
-Es para vos...
-¿Para mí?
Paloma toma el teléfono, extrañada.
-¿Hola?
-Paloma- dice Esteban- No sabía cómo ubicarte...
-¿Pasa algo?
-Hace como una hora, llamó tu ex. Como yo no estaba, atendió el pibe. Lucas se accidentó. Se cayó de la bici, o algo así.
-¡Dios mío! ¿Está bien?
-No sé, salgo ahora para allá. Nos vemos cuando llegues.
-Sí, si, dale. Ya voy, también.
Paloma corta, asustada. Le devuelve el teléfono a Manuela.
-¿Qué pasó? ¡Contame!
-Lucas se golpeó andando en bici. Haceme el favor de llevarme hasta la Clínica Moreno, no está muy lejos de acá.
-Sí, no hay problema, pero ¿ sabes cómo está?
-No sé- se desespera- ¡Dale, vamos rápido!
Manuela pone la luz de giro y con prisa, dobla en la siguiente calle.

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 Paloma, casi corriendo y acompañada por Manuela, recorre los pasillos de la Clínica hasta dar con César.
Cuando la ve venir, se pone de pie.
-¿Dónde está? -pregunta Paloma, al llegar junto a él.
-El doctor le está haciendo una radiografía...
-¿Y cómo está? ¿Qué le pasó?
-Tiene un golpe en la cabeza y calculan que se quebró un brazo...
Paloma rompe a llorar, afligida. Manuela la consuela.
-¡Todo esto, es culpa de ese tal Esteban! - estalla César.
Paloma, con lágrimas en los ojos, se vuelve hacia él, buscando una explicación.
-¿Qué estás diciendo?
Esteban y el Ruso, se acercan por el pasillo, preocupados.
-¡Ahí lo tenés! - señala César, levantando la voz- ¿Porqué no venís a ver cómo quedó mi hijo?
Esteban, sin entender, se detiene junto a ellos.
-¿Qué está pasando? - pregunta, mirando a Paloma.
-¡Vos, mecánico de cuarta! ¿Qué venís a hacer acá?- lo increpa César, acusándolo- ¿Porqué no vas a ver lo que le hiciste a Lucas?
-No se de que estás hablando - se defiende Esteban.
-¡Pará, César!- le pide Paloma, llorando.
-¡Me podés explicar que te pasa?- exige Esteban, dirigiéndose a él.
-¡Al nene se le salió la rueda delantera, de la bici, y casi se mata contra un auto estacionado! ¡Eso pasa! ¡Y todo esto es tu culpa!- grita César, empujándolo.
-¡Basta, César! - pide ella, interponiéndose.
Un encargado de seguridad, se acerca, alertada por el escándalo. Esteban, conteniéndose, intenta defenderse.
-Paloma, te juro que hace dos días, revisé la bici y no tenía nada...
Ella, duda, dolorida.
-¡Y claro! ¿Qué ibas a decir? ¡Se nota que no te queres hacer cargo! - le grita César- ¡No te imaginas, la demanda que te vas a comer! ¡Ya vas a ver!
Paloma mira a uno y a otro, envuelta en un conflicto emocional. El guardia les pide con amabilidad que se tranquilicen.
-¡Señores! Es mejor que se calmen o se van a tener que retirar!
-Vamos, Teban - interviene el Ruso, en tono grave- Es mejor que nos vayamos de acá...
Lo toma del brazo, alejándolo. Esteban, aturdido, se deja llevar.
-¡Ya vas a tener noticias mías!- recuerda César, mientras el guardia le pide nuevamente que se tranquilice.
El Ruso saca a Esteban del lugar, que se retira cabizbajo, dolido por el accidente de Lucas y por el hecho de que Paloma, haya dudado de él.

sábado, 8 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- 6° Cap-"Temores"

Es una tarde hermosa. Paloma acompaña a Manuela, de compras por el shopping. Van de tienda en tienda, surtiéndose de bolsos. Manuela nota su buen humor y al indagarla, Paloma no puede ocultar sus motivos, poniéndola al tanto de la situación.
-¡Me alegro mucho por vos! - la felicita su amiga, dándole un abrazo.
-Pensé que nunca me iba a animar - confiesa Paloma- Pero la atracción, pudo más que yo...
-¡Está bien que hayan decidido avanzar! ¡No tenés por qué privarte de la felicidad!
-¡Es verdad! ¡Estoy tan contenta! ¿Se me nota?
-Mucho, nena.
Se ríen. Buscan un café y se sientan en una mesa, dejando los bolsos de las compras en una silla vacía.
-Mirá, que sos la única que lo sabe - advierte Paloma- Queremos mantenerlo en secreto, por ahora...
-Te entiendo. Por César ¿no?
-Sí, no quiero que se eche atrás con la decisión del divorcio...Tiemblo en solo pensar qué pasaría si se entera...
-Por mí, no te preocupes, soy una tumba...
Paloma sonríe, desbordante de dicha.
-¡Gracias, Manu! ¡A alguien se lo tenía que contar, sino, creo que iba a reventar!
-En la pensión ¿todo bien? ¿Alguien se dió cuenta?
-Espero que no...¿vos decís que se me nota mucho?
-Si queres disimularlo, te vas a tener que esforzar...
-Ahora, me dejás intranquila...
-¡Pero, mujer, si son como una familia! ¿Quién le va a ir con el cuento a tu ex?
Paloma sonríe, intentando convencerse de que es así. Llega el mozo, que con amabilidad, les pregunta qué se les ofrece. Mientras Manuela le hace su pedido, Paloma siente crecer dentro suyo, algo que ya parecía olvidado. El miedo.

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César, atendiendo una llamada por celular, se asoma a la habitación de Lucas, que duerme plácidamente la siesta. Es sábado a la tarde, su hijo se queda con él todo el fin de semana. Se ha traído un bolso de ropa, más grande que lo habitual, y logró convencerlo para traer su bicicleta.
-Esperá...-le pide a su interlocutor.
Cierra con suavidad la puerta del cuarto, atraviesa el living, y sale de la casa con gesto adusto y los ojos clavados en el verde del parque.
-Ahora sí, contáme...
Del otro lado de la línea, desde su cuarto en la pensión, Emilio le pasa su informe.
-La cosa, es más grave de lo que parecía...
-¿Qué tan grave? - se alarma César- ¿Ellos...?
-Ahá...La otra noche, ella pasó un par de horas en su habitación...
-¿Estás seguro?
-Sí, además, se les nota aunque tratan de disimularlo...¿Querés que haga algo?
César se pasa la mano por la cara, dolido.
-No, dejá. Yo te aviso cuando se me ocurra algo...
-Ok.
Emilio cuelga. César permanece con el teléfono junto a su oreja. Se siente mal, le falta el aire. Se inclina hacia adelante y apoya sus manos en sus rodillas. La cabeza le palpita. De a poco, recupera la entereza. Enfurecido, arroja el teléfono con todas sus fuerzas contra la pared.
-¡Hija de mil putas!
El aparato se destroza y algunos pedazos golpean la bicicleta roja de Lucas, que brilla bajo el sol. Tiene el impulso de ir y golpearla hasta descargar su furia contra Esteban, pero una idea se le cruza por la mente y se detiene. Asustado, intenta desecharla. Pero el odio lo ciega. Su ansia de revancha, le dice que debe hacer lo necesario, si es que quiere ganar.
Con la vista extraviada, rodea la casa y va hacia el garage, en busca de sus herramientas.

viernes, 7 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros-6° Cap- "Noche de amor"

Esteban, sentado en el patio, toma mate y disfruta del silencio y de la soledad. La noche es fresca pero agradable. La luna, se filtra entre las hojas y los tallos de la parra, dándole al lugar un aspecto espectral. Los pensionistas han ido a la cancha, a ver un partido de fútbol por la Copa Libertadores, y Paloma y Lucas aceptaron una invitación, de Miriam, para quedarse a cenar. Esteban calcula que en cualquier momento pueden regresar. A pesar de que está a gusto, añora la compañía de Paloma, con quién, a esta hora, comparte el mate y la conversación cada noche. Extraña su risa, sus labios, su mirada. A veces, piensa que está viviendo un sueño y que en cualquier momento se va a despertar. Lo que le está sucediendo, le resulta casi irreal. Oye el sonido de la cerradura de la puerta de calle y las voces de Lucas y Paloma, que vuelven de la casa vecina. Se sorprenden al verlo.
-¡Esteban! ¡Pensamos que ya estabas durmiendo!
-Todavía es temprano. Si me acuesto ahora, termino dando vueltas en la cama.
-¿Me puedo quedar con Esteban, mamá?
-Ni pensarlo. Vamos a la cama que ya es tarde para vos...
De mala gana, el chico obedece, caminando hacia su habitación. Paloma se inclina sobre Esteban, hablando en un susurro.
-Si Lucas se duerme rápido, vengo un ratito...
Él asiente. Ella le da un beso furtivo en los labios. Se marcha detrás de su hijo, sonriente. Esteban la ve alejarse. Se ceba otro mate, suspirando, mientras escucha como la puerta de la habitación se cierra.

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 Esteban, en camiseta, termina de cepillarse los dientes en el baño. Apaga la luz y sale al patio. Paloma no asistió a la cita y siente que el día no alcanzó su plenitud. Le da un vistazo a la puerta contigua, albergando una esperanza. Se resigna y entra en su cuarto. Destapa la cama, se quita el pantalón y lo cuelga en el perchero. Se acuesta y apaga la luz. No pasa demasiado tiempo hasta que el sueño lo vence. Lo despierta el sonido de la puerta que se abre y, recortada contra la claridad del patio, ve la figura de Paloma que se asoma.
-No enciendas la luz- le pide, en voz baja- Lucas recién se duerme...
-Ah...- musita Esteban, sentándose en la cama.
-Pensé que podría pasar...- continúa diciendo ella- Si a vos te parece...
-Sí, por supuesto...
Paloma entra a la habitación de Esteban, cerrando la puerta a sus espaldas. La casa está en penumbras, silenciosa, solo se ve alterada por la figura de Emilio, que apoyado en la baranda del segundo piso, observa  la escena con sigilo.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros- Cap 6°- "El nuevo"

 Esteban viene caminando desde el patio trasero cuando el pibe lo intercepta.
-Lo están esperando, Esteban.
-Ahí voy.
Se encamina hacia el taller, seguido del pibe. Al entrar, se encuentra con Emilio, de pie en la entrada.
-Buen día, ¿qué andaba necesitando?
-Hola. Me dijeron que acá, se alquilan habitaciones ¿puede ser?
-Sí, es cierto. ¿Tu nombre?
-Emilio.
-Yo soy Esteban - se estrechan las manos- En este momento, tengo una pieza desocupada, si es que te interesa.
-Sí, por supuesto.
-¿Querés ver el lugar? Damos una vuelta y después charlamos un poco...
-Está bien.
-Vení por acá- le indica, para que lo siga. Antes de salir, se dirige al pibe- Si viene alguien, avisame.
El pibe asiente, quedando solo y a cargo del taller.

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Sentados a la mesa, los pensionistas aguardan a que Paloma sirva el almuerzo. Entra Esteban con Emilio y lo presenta a los demás.
-Gente, él es el nuevo inquilino. Se acaba de acomodar en la habitación que era de Fidel...
Le estrechan la mano, dándole la bienvenida. Lo invitan a la mesa y se sienta entre Cosme y el Pibe.
-Espero que te gusten las milanesas- dice Paloma, poniendo otro plato, con una sonrisa.
-Sí, señora...
-Paloma.
-¿Y vos? ¿Cómo te llamas? - pregunta Cosme.
-Emilio.
-Yo soy el Ruso, este es Cosme y aquél...- dice el Ruso, señalándolos uno por uno.
-Luciano - se anticipa el pibe.
-Pero le decimos "el pibe", nomás- aclara el Ruso.
-Bueno, a mí, algunos me dicen "Milio"
-¿Por qué? - pregunta Cosme.
Emilio lo mira y no sabe si, la pregunta, es en serio o en broma. Intercede Esteban, que condimenta la ensalada.
-No te molestes en contestar. Cosme tiene estas cosas...
-Más que tener...-dice el Ruso, divertido- ¡Le faltan cosas! ¡Algunos jugadores le faltan!
Se ríen. Cosme se ofende, tirándole un manotazo, mientras se queja.
-¿Qué decís, che? ¡El nuevo se va a creer que acá, me agarran para la joda!
-No te enojes, Cosme...¡era una broma!- dice el pibe.
-¡Vos, mejor callate, pibe! - advierte Cosme- ¡Con las cagadas que te mandás, no podés ni opinar!
-¡Eh! - se enoja Esteban, poniéndo orden- ¿Por qué no la cortan? ¡Parecen chicos de la primaria!
Paloma deposita una fuente, con milanesas, en el centro de la mesa.
-Sírvanse, que ya preparo más.
Cada uno, clava el tenedor y se sirve, empezando a comer. Emilio prueba la suya y se despacha con un cumplido.
-Esteban...¡su señora, sí que sabe cocinar!
Paloma y Esteban se miran, incómodos.
-Eh...¡No, nada que ver!- dice ella.
-¡Nosotros, no somos pareja!- dice él.
Se ríen, como atrapados en falta.
-Bueno, perdón, entonces- se disculpa Emilio- Pero, las milanesas, ¡están bárbaras!
Paloma le agradece. Los demás aprueban, con la boca llena. Ella cruza una mirada cómplice con Esteban.
-Acá, el único que tiene pareja, es el pibe- comenta Cosme, mofándose- ¡Y con esa cara!
-Aflojá un poco...- lo reta el Ruso.
-¡Si es verdad!- se defiende el otro.
-Para que sepan, ya no tengo más novia- dice el pibe.
-¿Eh? ¿Qué pasó? - pregunta el Ruso.
-¡Ya me tenía harto! ¡Hablaba hasta por los codos! - contesta.
Cosme y el Ruso se miran y estallan en una carcajada.
-¡Déjate de joder! - exclama Cosme, meneando la cabeza.
-Che, ¿por qué no comen y se dejan de molestar? - pide Esteban.
-Ahora llevo más - avisa Paloma- ¡Y pásenle la ensalada a Emilio, no sean maleducados!
El Ruso le alcanza la ensaladera al nuevo, que la recibe agradecido.




lunes, 3 de marzo de 2014

Pensión de Caballeros - Cap 6° - Continuación - "De vuelta"

Paloma entra al taller, desde la calle, luego de un largo viaje desde el campo. Trae su bolso de mano y una campera liviana colgando de su brazo. Esteban, que está solo y trabajando, la recibe con una sonrisa. Se aproximan, mirándose a los ojos.
-Hola- saluda él.
Ella deja su bolso en el suelo, toma su cara con ambas manos y lo besa en la boca, suavemente.
-Hola- responde.
Esteban acaricia su cabello, perdido en su mirada.
-Te extrañé.
-Yo también. Estando allá, me sentí cómoda, como en casa. Pero me faltaba algo, además de Lucas, por supuesto. Y no me llevó mucho tiempo darme cuenta que era tu compañía.
-¿Y ahora? ¿Qué sentís?
-Que deseo estar a tu lado, que cada cosa que me pasó en la vida, fue para llegar hasta vos.
Es Esteban el que la atrae ahora hacia él, besándola con ternura.
-A mí me pasa lo mismo, y aunque me resistí al principio, no pude escaparme de este sentimiento.
Se besan nuevamente. Sonríen, avergonzados.
-Parecemos dos adolescentes- dice ella.
-Es verdad, tenemos que ir despacio.
Se separan y Paloma se agacha y toma su bolso.
-Ya debe estar por llegar Lucas- dice.
-Sí, en cualquier momento.
Ella pasa junto a él, le acaricia el rostro y continúa hacia el patio.
-Más tarde, seguimos hablando. ¿Está bien?
Esteban asiente con un movimiento de cabeza, sonriendo. Paloma deja el taller, entrando a la casa. El se queda solo, mirando al vacío, emocionado.

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  Es viernes y, cuando Fidel baja por la escalera con su bolso a cuestas, se encuentra con sus amigos reunidos en el patio, esperándolo. En un silencio solemne, se abraza con cada uno de ellos, intercambiando buenos deseos y frases cortas. Durante la despedida, no faltan las caras tristes y los ojos llorosos, tampoco las promesas de un reencuentro y de un contacto que se va a ir diluyendo con el tiempo. Cosme y el Ruso, acompañan a Fidel hasta la calle, dónde los espera la camioneta. Se han ofrecido a llevarlo hasta la empresa, desde dónde parte en pocas horas a su destino laboral. Cuando el vehículo se aleja, los demás, retornan a sus actividades cabizbajos y en absoluto silencio.

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  Fue una semana soñada para Esteban y Paloma. Si bien la ida de Fidel empañó un poco la alegría, se las arreglaron para crear sus momentos, fuera de la vista de los demás. Revitalizados y optimistas, entablaron largas conversaciones en el patio, casi en penumbras, antes de ir a dormir. Con la sensación de que cada día transcurrido reafirmaba su relación, amanecían sonrientes y enamorados. Hasta pensaron, cuidadosamente, cuál sería el mejor momento para revelar lo que les estaba pasando, sin sospechar, que todos sus planes estaban siendo amenazados y que, en el futuro inmediato, César los volvería a la cruda realidad.


domingo, 2 de marzo de 2014

Pensión de caballeros -6° Cap - "Lejos de casa"

César le compra a Lucas un helado y se sientan en un banco del patio del shopping. Almorzaron una hamburguesa, fueron al cine y a los video juegos. Pasaron una tarde estupenda, programada a  gusto del chico. Ahora, mientras Lucas se toma su helado, César nota que está muy callado e intenta averiguar qué le sucede.
-¿Pasa algo?
-No. nada.
-¿Extrañas a mamá?
-Un poco...¿Por qué, mamá, no me llevó de la abuela?
-No sé. Se lo podes preguntar cuando vuelva...
-¿La abuela está enferma, papá?
-Eso tampoco lo sé. Tu madre, habla poco conmigo...
-Si estuviera enferma, me sentiría triste...
-¿Y de dónde sacas eso?
-La escuché hablar con Esteban...¿Sabes que Fidel se va?
-¿Quién es Fidel?
-Uno de mis amigos de la pensión. No crea que vuelva.
-¿Por eso estás raro?
-Y, un poco, sí...
-No te preocupes, ya va a llegar algún nuevo inquilino...
Mientras le revuelve el cabello a su hijo, aflora en su mente una idea. Algo muy simple y que no se explica cómo no se le había ocurrido. 
-¿Cuando decís que se va tu amigo?
-Creo que el viernes ya no está más...
-Dale- lo apura- Termínate eso que ya es tarde. Tenemos un viaje largo hasta el country...

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 Sentado sobre la mesada de mármol, Esteban habla por teléfono con Paloma, que llamó desde el campo. La pensión está silenciosa, casi en penumbras. Los demás duermen.
-¿Y no extrañas el sonido de los autos, las motos sin escape y las sirenas a la madrugada?
Paloma se ríe, del otro lado de la línea.
-¡No! ¡Acá hay tanto silencio que me cuesta creerlo!
-¿Y cómo encontraste a tu mamá?
-Bastante bien, aún con ganas de pelear, me parece. ¿Y Lucas? ¿César dio algún problema?
-Se fue tranquilo, y no hubo problemas de ningún tipo.
-Me alegro...siempre tengo cierto temor...
-Está todo bien.
Apoyada en el marco de la ventana de su habitación, Paloma observa el cielo nocturno, radiante de estrellas.
-Si pudieras ver, lo lindo que es acá...La vida parece tan simple...
-Me imagino...
Se produce una pausa, dónde sus pensamientos se conectan a pesar de la distancia.
-¿Sabes qué? - dice ella- Estuve todo el día pensando en vos...
Esteban no contesta, expectante. Siente un calor intenso en el estómago.
-Cuando vuelva, creo que deberíamos hablar...
-Sí, deberíamos...
Otro silencio se instala en la conversación. Es un momento dónde lo dicho, no puede ser rectificado.
-Es hora de ir a dormir- concluye ella, despidiéndose- Nos vemos  mañana...
-Hasta mañana...
Ella cuelga y permanece en la ventana, cohibida por la inmensidad del universo. Esteban aparta con lentitud el tubo de su oreja, cuelga con una sonrisa. Sus ojos fijos en la nada, reflejan la dicha que invade cada rincón de su cuerpo.