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miércoles, 14 de mayo de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado - Cap 4º.

Somoza, sorprendido por Gabriela, mantiene sus manos en alto y espera instrucciones.
-Date vuelta, Somoza. Despacio.
Obedece, quedando frente a ellos. Gaby le quita un revolver calibre 38 de la cintura.
-Ya podes guardar tu "cosita".
Somoza reconoce al Negro, bajando sus manos y subiéndose el cierre del pantalón. Ella guarda su arma en un bolsillo y el revolver en la cintura.
-¿Qué anda pasando, Gómez?
-Estamos buscando información.
Somoza tira la colilla al suelo y la pisa, molesto.
-¿Esa es manera de tratar a un colega? Si querías hablar, me habrías invitado un Gancia.
-Prefiero que no me vean con gente como vos.
-Ah...con que así viene la cosa.- señala con un gesto de la cabeza a Gaby, intentando ser hiriente- Pero se ve que no tenés problemas de andar con ésta.
-¡Basta de cháchara! - interrumpe ella- Háblanos el caso Bracamonte.
-Chúpame la pija- responde, despectivo.
Gabriela se adelanta un paso y le da un puñetazo en el estómago. Somoza se dobla con un quejido y cae de rodillas, falto de aire.
-No seas pelotudo ¿queres?. Podemos seguir, así, toda la noche.
-¡Conchuda!- tose, recupera el aliento- ¡Unos años atrás, te habría roto el culo!
-Parece que te estas buscando otra...
Desde el piso, Somoza levanta la mano, parándola.
-¡Pará! ¡Pará un poco!
Se pone de pie con esfuerzo, algo agitado.
-¿Qué carajo quieren?
-Decinos todo lo que sepas - interviene el Negro.
-¿Qué pasó ese día?- pregunta ella.
Somoza hace memoria.
-Ese día Rosales me pidió que fuera, especialmente, porque algo le había pasado a su mujer y no quería dar parte en la seccional. Cuando llegué, la encontré en el patio, reventada. El tipo estaba nervioso, me contó que habían discutido feo y ella lo había amenazado con que lo iba a dejar. Yo, lo único que sabía, era que la tenía empastillada todo el tiempo.
-¿Y por qué la tenía dopada?
-¡No sé! Pero se decía que Rosales era cariñoso con su hija. ¿Me entienden? ¡Demasiado cariñoso! Y creo que la mano venía por ahí. Para mí, que la mina descubrió algo y desde entonces la tenía medio zombi, para que no dijera nada.
-¿Te dijo si él la empujó?
-Según él, la persiguió por toda la casa hasta que, ella subió a la azotea y se tiró como venía. Creo que quería sacarle un nombre, o una dirección, no me acuerdo bien que era. Yo siempre sospeché de él. Para mí, se puso como loco y la revoleó como si fuera un muñeco de trapo.
-¿Y que era "eso" que él quería?
-¿Y cómo lo voy a saber?- se exaspera Somoza- ¡Anda a preguntarle a él!
Gaby está a punto de avanzar para golpearlo, pero el Negro se lo impide, tomándola del brazo.
-¿Qué mas sabes?- pregunta él.
Somoza mira a Gaby con rencor.
-Nada más. Fuimos, fotografiamos la escena, hicimos el papeleo. Antes de irnos, Rosales nos repartió unos billetes, como para que quedara claro que había sido un suicidio. Después de eso, no nos volvimos a ver.
Los mira a ambos, interrogándolos con la mirada.
-¿Ya está? ¿Están contentos?
-Contenta voy a estar cuando se reabra el caso y tengas que dar la cara, basura.
-Nos vamos- dice el Negro- Pero es seguro que nos vamos a volver a ver.
-¡Váyanse a cagar!
Se dan media vuelta, alejándose. Somoza los llama, deteniéndolos.
-¡Eh! ¿Qué pasó con el fierro?
Gaby lo saca de su cintura y lo arroja con fuerza por encima de la cerca, dentro del corralón de materiales, ante la cara de disgusto de Somoza.
-¡Ahí lo tenes! ¡Anda a buscarlo, si podes!
Se van. Somoza se queda puteando.




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