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martes, 20 de mayo de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado- 4° Cap.

Apoyada en el capot de su auto, Gabriela fuma un cigarrillo, frente a la casa de Efraín. Los policías entran y salen por la puerta principal. Érica, mucho más calmada, habla con su padre, apartados de la escena. Una médica se acerca, a ella, y le pide que la acompañe a una de las ambulancias ahí apostadas. Rinaldi la observa irse y luego camina hasta dónde esta Gabriela.
-¿Me das un cigarrillo?
Gaby saca el atado y lo convida. Él lo enciende, dando una pitada.
-¿Hace cuánto que lo sabías?- le pregunta., exhalando el humo.
-Recién, cuando los ví uno al lado del otro. Ahí entendí, qué era, lo que le veía de familiar a su fotografía. La verdad, no te imagino saliendo con una millonaria...
Rinaldi sonríe.
-Lo nuestro, fue breve. Yo era sapo de otro pozo. Cuando nos dejamos, me ocultó su embarazo. Me enteré muchos años después...
-Por la carta que le dejó a su abogado...
-Sí, esa fue toda una sorpresa. Enterarme de la muerte de Celina y además, de que era padre, veinte años más tarde...
-¿Y qué decía la carta?
-Era un pedido desesperado. Necesitaba mi ayuda, por si algo le pasaba. Quería que me llevara a Érica lejos de su padrastro.
Se vuelve hacia el lugar dónde están atendiendo a su hija, acongojado.
-Pero llegué tarde. Después del funeral de Celina, escapó de su casa y le perdí el rastro.
Vuelve a mirar a Gabriela.
-Recuperé la esperanza, cuando me enteré de que te habían contratado para encontrarla. Entonces te seguí. Por eso, estaba en Caín aquella noche.
-También me siguieron los hombres de Rosales.
-Sí, después de lo que le pasó a ese pibe, no me quedó otra, que venir a ganarme su confianza y a convercerlo de que estaba de su lado. Calculaba que, en algún momento, iba a encontrar la oportunidad para sacarla de acá.
Se acerca el Negro, interrumpiendo, y se dirige a Rinaldi.
-Érica se va en la ambulancia. Pidió que la acompañes.
Rinaldi tira el cigarrillo al suelo y pisa la colilla. Los mira a ambos, despidiéndose.
-Gracias, por todo.
Voltea y se dirige a la ambulancia que lo aguarda. Se sube, cierran la puerta y arranca, pasando junto a ellos, rumbo a la salida.
-¿Qué fue de Pablo?- pregunta ella.
-Está adentro, declarando. Andá a descansar, si querés. Acá, ya no hay más nada que hacer.
Por la puerta principal, sacan el cuerpo de Efraín en una bolsa negra. Se lo quedan mirando, mientras lo cargan en la ambulancia restante.
-Sí, tenes razón. Nos vemos mañana.
-Anda, nomas.
Gabriela se despide, agotada pero satisfecha.

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