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martes, 20 de mayo de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado - 4° Cap

En la biblioteca de la mansión, la situación se ha revertido a favor de Efraín, quién lo hace notar con sarcasmo.
-Parece que la tortilla se dio vuelta ¿no?.
Rinaldi, sosteniéndo con fuerza a Érica, se desplaza a su izquierda, situándose a su lado. Ella gimotea, temblando. El Negro deja su escopeta en el suelo, de mala gana.
-Tranquilo- lo calma Gaby, haciendo lo propio.
Efraín sonríe, triunfante.
-Como pueden ver, tengo amigos en todas partes.
-Sí - concuerda Gabriela, mirando las lágrimas en el rostro de Érica- Pero, algo, se te pasó por alto.
Efraín mira a Rinaldi, buscando ayuda para entender.
-Si lo que buscas es ganar tiempo, te aviso, que con levantar ese teléfono, las patrullas que vienen para acá, no van a llegar nunca.
-No es eso.
Él se resigna a escuchar, blandiendo la pistola.
-Bueno, adelante. Pero, que cuenten como tus últimas palabras.
-¿Nunca te preguntaste quién era su padre biológico?
-No veo por qué debería. Según Celina, estaba muerto.
-¿Y nunca consideraste que eso fuera una mentira? Me parece que, tu esposa, no fue sincera con vos. Además, también deberías elegir mejor a tus amigos...
Efraín no entiende hasta que se vuelve hacia Rinaldi y éste, le está apuntando con su arma. Sorprendido, busca una explicación.
-¿Qué estas haciendo?
-Si miras bien- continúa Gaby- podes ver que Érica sacó mucho de su madre pero, también, tiene algo de su padre...
Efraín comprende al fin. Ante su mirada, Rinaldi asiente, soltando a su hija, que se aparta y mira confundida la escena. En un rápido movimiento, Efraín voltea e intenta dispararle, pero él tiene la ventaja y la aprovecha. Aprieta el gatillo y el disparo hace impacto en la cabeza del dueño de casa, arrojándolo sobre unos estantes de la biblioteca, que se derrumban sobre su cuerpo. Sin acercarse, Rinaldi se asegura de que esta muerto. Se vuelve hacia Érica, que horrorizada por el desenlace, huye hacia el jardín. Él la sigue.
-¡Érica! ¡Espera!
El Negro recoge su arma y examina el cadáver. Gaby toma su pistola y camina hacia una de las ventanas que dan al patio. Puede ver cómo Rinaldi alcanza a su hija, la consuela, la abraza e intenta aclarar la situación. A lo lejos, se oyen las sirenas de los patrulleros que están llegando y sus luces tiñen las copas de los árboles del parque.

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