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jueves, 15 de mayo de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado- 4º Cap-

Sentados en la biblioteca, escritorio de por medio, Rinaldi y Efraín dialogan.
-Y bueno, ¿qué tenés para mí?
-Vengo a advertirle. Sé, de buena fuente, que van a reabrir el expediente sobre el suicidio de su esposa.
-Imposible. Eso no me lo creo.
-Están reuniendo evidencias para interesar a algún juez y cambiar la caratula.
-Va a ser una pérdida de tiempo, te lo aseguro. Lo de mi esposa fue un suicidio, eso está más que claro. Sino, que le pregunten a Somoza, que fue quién lo investigó.
-Es que Somoza está con ellos. Y también esa detective, que dicen que usted contrató.
-Bueno, eso ya es otra cosa- dice Efraín, levantándose de su silla y caminando hacia el mini bar- ¿Y que más se dice?
-Que si llegan a conseguir el apoyo político necesario, lo pueden llevar a juicio por asesinato. Y en este tiempo de elecciones...
-Eso sería un regalo para más de uno- completa la oración Efraín, sirviendo dos vasos. Vuelve al escritorio, le alcanza uno a Rinaldi- Ahora, lo que yo no entiendo es, ¿qué vas a ganar vos, contándome esto?
-¿Acaso no es obvio? Nunca viene mal tener un amigo, bien posicionado, y además sumarle una extra al sueldo.
Efraín celebra sus palabras, abriendo la caja de puros.
-¡Bien pensado! ¡Es sabido que soy generoso con mis amigos! Pero, tengo que avisarte, que soy un tipo rencoroso y a los traidores ¡me los monto en un huevo, hasta que los aplasto, como a las cucarachas que son!. Sino, solo te basta ver lo que les va a pasar a esas basuras de Somoza y Leonardi. Nada bueno, por supuesto.
Rinaldi toma un puro y se lo lleva a los labios. Efraín se estira y se lo enciende, mirándolo a los ojos.
-Vos, si en verdad querés ser mi amigo, me vas a ayudar con ese asunto...
El policía asiente, sonriendo, envuelto en el humo del habano.


Gabriela y el Negro beben una cerveza en un carrito de la costanera, aguardando por la comida.
-Al morir la madre, si el tipo abusaba de ella, es lógico que la mina se fuera y no apareciera nunca más. Ahora, lo que tendríamos que averiguar, es lo que quería conseguir Rosales.
-Celina tenía en su poder, algo que probaba los abusos- arriesga Gaby, encendiendo un cigarrillo.
-¿Te parece?
-Sería un buen motivo para asesinarla ¿no?
-Entonces, de existir esa prueba, la estaba usando para proteger a la hija y sacarse al tipo de encima. Puede ser un vídeo, o una grabación...
Ella pita el cigarrillo, pensativa, mientras él recibe los choripanes y paga.
-Estoy segura de que, Érica, sabe de esto...
-Quizás ella lo tenga, si es que la madre se lo dejó...
El Negro se llena la boca con el primer mordisco. Gabriela, ata cabos mentalmente.
-Decíme, si ella lo tuviera, ¿no te parece que él haría cualquier cosa para recuperarlo?
Él responde afirmativamente, masticando. Gaby, que no ha tocado la comida, se termina su bebida y se pone en movimiento.
-Vamos, tenemos que encontrar a Pablo.
El Negro le reprocha, la urgencia, con la mirada. Traga con dificultad.
-¡Pará! ¡Recién empiezo a comer!
-¡Dale, no hay tiempo!
Él deja todo, siguiéndola hacia el auto.
-¿Se puede saber, que bicho te picó?
-Me agarraron de boluda, Negro.






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