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jueves, 8 de mayo de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado- 3º Cap.

En el interior del local bailable, Gabriela debe acostumbrar sus ojos a las luces y al humo, mientras se abre paso entre la concurrencia, que se mueve al ritmo de la música electrónica. Se dirige hacia la barra, que es extensa, evitando toparse con el personal de seguridad. No se percata que Rinaldi la ve pasar, mezclado entre la gente. Se sienta en una banqueta, observando a los empleados. El novio de Érica prepara unos tragos más allá, luciéndose frente a un grupo de chicas. Otro ,de los barman, la atiende.
-¿Qué te traigo?
-Un whisky- pide.
El chico asiente y se retira a prepararlo. Gaby enciende un cigarrillo. Cuando el barman se acerca con su whisky, aprovecha para preguntarle.
-Decíme, aquél ¿como se llama?
El chico sigue su mirada.
-¿Quién? ¿Alex? Alexis, así se llama.
Gaby deja un billete sobre la barra.
-Quédate con el vuelto y avísale que quiero hablar con él.
El barman toma el dinero y se retira. Se acerca a Alexis y le susurra al oído, observando a Gabriela. Este, extrañado, se aproxima.
-Hola ¿nos conocemos?- saluda, sonriendo.
-No, pero quizás me puedas ayudar a encontrar a una amiga.
Pone sobre la barra la foto de Érica y un par de billetes. Alex empalidece.
-No la conozco.
Gaby insiste, agregando otro billete y mirándolo a los ojos.
-A mi me dijeron que sí....
Alex retrocede, incómodo.
-Quién haya dicho eso, está equivocado.
Se retira, sin tocar el dinero. Gaby se guarda la foto y el efectivo, siguiéndolo con la mirada. Su actitud lo delata. Está mintiendo. Se bebe su whisky de un trago y, al bajar el vaso, ve por el reflejo del espejo, que está detrás de la barra, como dos hombres de Monti se acercan. Sin alterarse, deja su lugar y se mezcla con la gente. Los matones, que la pierden de vista, intentan localizarla. Ella se mimetiza con los que están bailando en la pista, bajo los flashes. Permanece inmersa en la marea humana, ocultándose, pero al salir de la pista, se topa con uno de ellos. Intenta voltear para huir, pero también tiene uno a sus espaldas, que la aturde con una picana eléctrica. Se desvanece. Antes de que caiga al suelo, la sujetan por las axilas y la arrastran hacia la salida de emergencia, con la mayor discreción posible.


Gabriela recobra el conocimiento. Está aturdida. Dos gorilas de Monti la sujetan, entre dos autos, contra el paredón del estacionamiento. Está oscuro y desolado. Por la salida de emergencia, aparece Monti, ofuscado por la interrupción. Camina hacia ahí, vestido con un traje blanco y de corbata roja.
-¿Qué pasa? ¿Para qué me hicieron venir?
Uno de los hombres, levanta de los pelos la cabeza de Gabriela, para que su jefe le vea la cara.
-Ah...¡La putita Leonardi!
Se restriega las manos, con regocijo. Le entregan el arma de Gabriela.
-Andaba merodeando, jefe.
Monti toma el arma y se acerca a ella.
-¿Qué carajo haces por acá, si ya sabes, que te la tengo jurada?
Gaby no responde, atontada. Él le da unas cachetadas, intentando despabilarla.
-¡Hey! ¡A vos te estoy hablando! ¿Que buscas por acá?
Le propina un golpe de puño en el estómago y ella se dobla del dolor. Tose, se recupera y le contesta con desprecio.
-¡Andá a la concha de tu madre, puto!
Monti se ríe. Con furia, la golpea en la cara con el puño cerrado. Gaby da un grito.
-¿Qué decías? ¿Eh?
Ella forcejea con los matones e intenta zafarse. Monti se asusta y retrocede un paso.
-¡Inútiles! ¡Agárrenla fuerte!
Gaby sigue retorciéndose, impotente. Él, guarda el arma en su cintura y se aproxima, seguro de que está bien sujeta.
-Si , al menos, te bañaras más seguido...-le dice, abriéndole la camisa de un tirón y haciendo saltar los botones. Se restriega contra ella, estrujándole un seno con una sonrisa. Gaby tira la cabeza hacia atrás, apartando la cara con repulsión. Luego, aprovecha su cercanía para cabecearlo en la nariz. Monti se aparta de inmediato, tambaleándose y llevándose la mano a la cara. Aúlla de dolor. A Gaby, con un puñetazo en las costillas, uno de los gorilas la deja fuera de combate.
-¡Hija de mil putas! ¡Me rompiste la nariz!
Extrae de su cintura el arma de Gaby y la amartilla, apuntándole a la cabeza. La sangre chorrea de su rostro, manchando el traje blanco. Un auto entra a la playa, iluminándolos con el haz de sus luces.
-¡Jefe! ¡Acá no! - advierte uno de sus hombres.
Monti se percata de la situación y baja el arma. Saca un pañuelo y lo presiona contra su nariz.
-¡Llévensela! - grita, entregándoles la pistola- ¡No la quiero volver a ver! ¿estamos?
Los matones asienten, arrastrando a Gaby hacia la parte trasera de un auto. Monti pega la vuelta y regresa al local, mirándose la ropa, enfurecido. Ella se resiste y recibe un par de golpes más. Luego, la amordazan y le sujetan las muñecas con un precinto plástico, antes de tirarla dentro del baúl. Cierran, miran en torno y se suben. Salen del estacionamiento y toman la calle con tranquilidad. Detrás de ellos, arranca otro auto, siguiéndolos a distancia.



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