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martes, 13 de mayo de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado - 4° Cap-

Érica, esposada al respaldo de una cama, llora y tiembla, asustada. El cuarto es pequeño, apenas iluminado por una lámparita que pende del techo, un baño sin puerta, una ventana anulada con tablas, una mesa y una silla, baldosas viejas y paredes descascaradas. Se sobresalta al escuchar la cerradura de la puerta. Con espanto observa entrar a Efraín, sonriente, seguido de uno de sus hombres. Gimotea, gruesas lágrimas ruedan por sus mejillas.
-Hola, nena- saluda él, con descaro- Hace mucho que no charlamos, vos y yo.


Sentado dentro de su auto, estacionado frente a un corralón de materiales para la construcción, Somoza bebe de una petaca mientras tararea un tango que escucha en la radio. Abre la puerta y se baja. Guarda su handy en el bolsillo, toma la linterna y sale a hacer una ronda. Enciende un cigarrillo. Desde la vereda, ilumina el interior del perímetro, buscando algo fuera de lugar. Dobla la esquina, tarareando. Observa alrededor, apaga la linterna y la aprieta bajo su axila. Busca un lugar oscuro, se arrima al alambrado y se pone a orinar con el cigarrillo colgando de sus labios. Con alivio, siente como se vacía su vejiga. Desde atrás, Gabriela le amartilla su revolver en la nuca. Se congela, interrumpe su tarareo y el chorro de orina. Levanta las manos, sin volverse, y la linterna cae al suelo y se desarma.


Golpean a la puerta de la biblioteca y Efraín sale del baño, secándose las manos con una toalla.
-¡Pase!- autoriza, hosco.
Entra uno de sus guardias.
-¿Qué pasa?
-Hay un policía en la puerta, dice que trae información importante para usted.
-¿Lo conocemos?
-No lo había visto nunca.
Efraín tira la toalla en un rincón. Se encamina al mini bar y se dispone a servirse un trago. 
-¿Dijo de qué se trataba? ¡Si no me interesa, que no venga a romper las pelotas y que se vaya!
-Es algo referido a la muerte de su esposa.
Piensa un rato, mirando su vaso.
-Está bien. Hacélo pasar, a ver qué tiene. ¡Pero, estén alertas!¡Si viene con boludeces, me lo echan a la mierda!
-Si, señor, enseguida.
El guardia abandona la biblioteca y Efraín bebe un sorbo, ceñudo.


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