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domingo, 18 de mayo de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado- 4º Cap

Los autos avanzan por la calle, que corre paralela al muro, que circunda la propiedad de Efraín Rosales. El Negro, conduciendo el auto de Gaby, se detiene unos cien metros antes del portón de entrada, entre unos árboles. El auto de Pablo continúa su marcha. El Negro desciende, se cuelga la escopeta y se sube al techo del vehículo, ganando las ramas de uno de los árboles, que le permite sortear el muro y saltar hacia dentro. Pablo llega a la entrada, aminora la marcha y apunta el auto hacia las rejas, aguardando a que le abran. El guardia lo reconoce. Consulta por radio y le permite el paso. Entran a la propiedad, conduciendo a través del parque.
-Ya entramos- avisa Pablo.
Gabriela se asoma desde el asiento trasero.
-Seguí hasta la casa. El Negro ya debe estar en posición.
Pablo obedece. Estaciona frente a la mansión y se baja. Un sirviente le abre la puerta principal y entra. Al minuto, Gaby sale agazapada del auto y rodea la construcción.


En la biblioteca, el dueño de casa está sentado en su escritorio, hablando por teléfono. Entra Pablo. Se despide y cuelga. Lo recibe con una sonrisa, recostándose en la silla y tomando el habano que humea en el cenicero. Pita un par de veces, exhalando el humo.
-Pasá. Estaba a punto de llamarte. Recién acabo de avisar al partido que me postulo, que pueden contar conmigo.
-¿Y qué paso con lo del secuestro?
Efraín hace un ademán con la mano, restandole importancia.
-Todo va a salir bien, ya vas a ver.
-Acaso, ¿te volvieron a llamar?- insiste.
Efraín abre la caja de puros, invitándolo. Pablo se rehúsa, esperando una respuesta.
-Ya no te preocupes por eso, yo me ocupo. A partir de mañana, tenemos que poner en práctica lo que planificamos para la campaña. Así que, mejor encárgate de eso y de nada más.
Pablo, de pie frente al escritorio, comprende que Gaby tiene razón.
-Así que es verdad, nomás.
-¿De qué estás hablando?
-Hablo del circo que armaste para encontrar a tu hija. Ya sé todo, Gabriela me lo contó.
Efraín no se inmuta. Continúa relajado, disfrutando del puro y del momento.
-Así que ya lo sabés...Parece que las noticias corren rápido...
Le clava los ojos, mordisqueando el cigarro.
-¿Sabés qué? No me preocupa. Te pido, por un momento, que pienses en lo que se viene. En lo que vamos a lograr juntos. Si contamos con el poyo de la gente correcta, vamos a llegar primero a la cámara de diputados, después al senado y quién te dice, algún día, tal vez a la presidencia de la nación.
Se pone de pie, apasionándose.
-¡Esto, solo es un contratiempo, y estoy a punto de solucionarlo! ¡Vos imagínate el prestigio, la guita y la impunidad que podemos llegar a tener! ¡Todo ese poder al alcance de la mano! ¿No me vas a decir que no te tienta? ¡Lo único que tenés que hacer para alcanzarlo es decidir, ahora, en este momento, si estás conmigo o no!
Pablo lo mira con desprecio.
-Me das asco. Renuncio. Jamás seguiría a un tipo como vos...
Amaga a irse. Efraín se mueve rápido y saca un arma del primer cajón de su escritorio, apuntándole.
-¡Vos no vas a ninguna parte! ¡Sos más pelotudo de lo que me imaginé!
Pablo se queda en su lugar, desafiante.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Matarme?
-¿Acaso no me crees capáz? ¡Vas a ser el primero de mi lista!
Gabriela, que estuvo oculta, escuchando, entra a la biblioteca con su arma en la mano, moviéndose despacio y con la mira sobre Efraín.
-Me parece que no va a ser así...- dice.
Efraín se ríe, incrédulo.
-¡Ni siquiera tengo que ir a buscarlos! ¡Vayan poniéndose en fila!
-No te va a resultar tan fácil, como con tu esposa, cagón.
Efraín se ofusca.
-¿Y quién te dijo que fué fácil? ¡Me pasé años aguantándome a mi suegro y a esa infeliz!¡Y encima, viene a chantajearme para que me vaya y le deje todo! ¿Cómo se pensó que iba a terminar? ¡Tendría que haber sabido que conmigo no se juega! ¡Y su hija también! Pero, parece que de tal palo, tal astilla ¿no? Esta noche, ¡y gracias a vos!, esta historia se va a terminar.
-Mejor, andá bajando el arma...
-¡Nadie me dice que hacer! ¡Y menos en mi casa!
-¿Dónde está Érica?- pregunta Pablo.
-Está esperándome y juro que, ¡ le voy  a arrancar uno a uno, los dedos, hasta que me diga dónde escondió ese puto vídeo! ¡Nadie me va a quitar lo que es mío! ¡Por esto, yo me sacrifiqué!
Entra el Negro a la biblioteca, portando una escopeta y acompañado por Érica, que se escuda detrás de él. Se para junto a Gabriela, sin dejar de apuntar a Efraín.
-Bueno, ¡parece que estamos todos!- exclama él- Ya que encontraste a mi nena, me imagino que habrás reducido a mis guardias...
-Y avisé a la policía- contesta el Negro- Viene en camino.
-Solo es otro contratiempo...Yo también, tengo un as bajo la manga ¿No es cierto?
Antes de que puedan reaccionar, de atrás de una cortina emerge Rinaldi. Toma a Érica como escudo, apoyándole el arma en la cabeza.
-Es cierto- afirma, sonriendo.
El Negro putea, indignado. Érica tiembla como una hoja.
-Vayan soltando sus armas- advierte Rinaldi, amartillando el revólver- Es en serio.

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