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viernes, 28 de febrero de 2014

Pensión de Caballeros - 6° Cap - "Un viaje al campo"

El taxi deja a Paloma en la entrada de la casa de campo y retoma el camino, de regreso al pueblo. Amanda, una antigua empleada que acompaña a su madre en todo momento, abre la puerta de tejido del frente y sale a recibirla. Se abrazan, sonrientes. Intercambian frases cariñosas y la conduce hacia el interior de la casa. Apenas han cruzado el umbral cuando aparece su madre, haciendo girar las ruedas de su silla. Se le ilumina la cara al verla.
-¡Hija, querida!
Paloma se acerca a ella y la abraza con fuerza.
-¡Mamá! ¡Cuánto te extrañé!
-¡Yo también, hijita!
Amanda las mira, conmovida. Ellas se separan, felices. Su madre nota la ausencia de su nieto.
-¿Y Lucas? ¿No vino?
-No, se quedó con su padre. Estamos en una especie de tregua, hasta que todo se defina.
-¡Qué pena! ¡Debe estar enorme! ¡Casi que no lo voy a reconocer cuando lo vea!
-No te aflijas, que desde ahora, vamos a venir a verte más seguido...
-¿Y no te da miedo dejarlo con ese desgraciado?
-Por el momento, se está comportando. Esperemos que dure...
Amanda interrumpe.
-Leticia ¿ quiere que les prepare el desayuno?
-Sí, por favor. Lo vamos a tomar en el patio ¿te parece, Paloma?
-Me parece bárbaro, mamá. Estar acá, me trae muchos recuerdos.
-Dale, vamos yendo, así me seguís contando de vos...
-Vamos.
Paloma empuja la silla de ruedas de Leticia, rumbo a la puerta trasera de la casa.

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Fidel sale de su habitación y desciende la escalera hasta el patio. Se asoma al taller, dónde el pibe cambia los cables de freno de una bicicleta.
-Pibe, ¿Esteban?
-Creo que está en la cocina.
Cierra la puerta y cruza el patio. Encuentra a Esteban calentando agua para el mate. Se vuelve al escucharlo entrar.
-Fidel ¿qué andás haciendo?
-Tengo que hablar con vos, Esteban.
-¿Qué pasó?
-Me acaban de avisar de la empresa, que la semana que viene, nos trasladan a Córdoba...
-¡Qué macana!¡Tan lejos te vas! ¿No hay manera de quedarte?
-No puedo hacer nada, Esteban. Te venía a avisar porque, el viernes, te desocupo la pieza...
-¡Qué lástima! ¡Te vamos a extrañar!
-Yo también.  No me quisiera ir, pero así es mi trabajo...
-¡Cuando los muchachos se enteren!
-Ya les voy a ir avisando...Bueno, me voy a laburar. Si puedo, vuelvo al mediodía...
-Chau, nos vemos...
Fidel abandona la cocina. Esteban, apenado, saca la pava del fuego antes del hervor y llena el termo con el agua caliente.

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 Madre e hija, sentadas a la sombra de los árboles del patio, toman el té con masitas. Paloma disfruta de la tranquilidad del lugar, el trino de los pájaros y los relinchos de los caballos del stud que trae el viento.
-Casi me había olvidado de cómo era esto...
-Es agradable, ¿no? Lucas y vos, serían muy felices acá...
-Nunca descarté esa posibilidad, pero necesito quedarme en la ciudad, hasta que termine mis asuntos de divorcio...
-Mirá que te tomo la palabra, nena. Acá estoy bien acompañada, Amanda es incondicional y  Bety viene casi todos los días, pero, yo no voy a ser eterna y necesito que vos empieces a manejar este lugar. Después de todo, va a ser tuyo el día en que yo me muera.
-¡Mamá! ¡No hables de esa manera!
-¿Y cómo querés que hable? ¿Acaso no viste lo que tomé de té? Apenas unos sorbos, ¡si después el médico me reta porque voy a diálisis con mucho líquido! No me queda mucho, te aviso...
-¡No jorobes con eso, por favor! ¡Seamos positivas!
-Seamos realistas, digo yo...Todavía no te lo dije, pero el stud, se cierra.
- Pero,¿y los caballos?
-Casi están vendidos. Mi contador está negociando los detalles. Lo que yo pretendo, es que además de llevarse los caballos, el comprador le dé trabajo a los empleados. Así, nadie queda en la calle.
-¿Y te vas deshacer de todo? ¿Después de tantos años?
-¡Pero, sí! ¡Esta siempre fue una manía de tu padre!¡A mi, lo único que me dan, son gastos y dolores de cabeza! ¿Sabés que es lo que vamos a hacer? Vamos a arrendar el campo. Es simple: deja ganancias y no hay que hacer nada.
-Si a vos te parece lo mejor...
-Es lo mejor, te lo aseguro.

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Lucas sale de su habitación con una mochila. Esteban lo espera en el patio.
-¿Trajiste todo?
-Sí, en la mochila, está lo que me dejó mi mamá.
-¿Queres despedirte de los muchachos? Están en la cocina.
Lucas asiente con un gesto de la cabeza, acompañándolo. Entran en la cocina, dónde los pensionistas están sentados a la mesa y escuchan la novedad de boca de Fidel.
-Pero ¿cómo que te vas? - dice el Ruso, casi indignado.
-¿Qué queres que le haga? No es la primera vez que nos trasladan...- explica Fidel.
Esteban interrumpe, haciéndoles notar que Lucas los quiere saludar.
-Che, paren un poquito que Luquita se va y se quiere despedir...
-¿Lucas también se va? - pregunta Cosme, desprevenido.
-¡No seas bestia! ¡Lo viene a buscar el "padre"! - retruca el Ruso.
-Bueno, que lo pases lindo...- desea Cosme.
El Ruso choca los cinco con Lucas, sonriendo.
-¡Chau, campeón! ¡Nos vemos mañana!
Lucas saluda con la mano, sonriendo, mientras Esteban lo dirige de vuelta al patio. Caminan hacia la entrada.
-¿Fidel se va, Esteban?
-Así parece...
-Lo voy a extrañar. El también es mi amigo...
-Seguro, todos lo vamos a extrañar...
Abre la puerta de calle. César está apoyado en su auto, esperando. Esteban lo mira con resentimiento. Se agacha y le da un beso a Lucas.
-Nos vemos, portate bien.
-Chau, Esteban.
Lucas camina hacia su padre, que le abre la puerta del auto para que suba. Cierra, mira a Esteban con desdén y rodea el vehículo, subiéndose. Arrancan y se alejan. Esteban se queda con un sabor amargo en la boca y los puños apretados.

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