Translate

viernes, 7 de febrero de 2014

Pensión de Caballeros - Cont del 5ª Cap - " En la costa del río"

Sentados en el pasto, a la sombra de un árbol frondoso, Paloma y Esteban observan como Lucas y el Ruso, juegan en la orilla del río.
-Se llevan bien ¿no?- comenta ella, sonriendo.
-Sí, el Ruso es especial...
Más allá, Fidel y Cosme se entretienen con una pelota, mientras que el pibe, charla con un par de chicas que toman mate y se broncean.
-¿Y este? - pregunta Esteban, asombrado.
-Parece que agarrò coraje...
-¡Miralo vos!- exclama, riéndose.
Paloma acompaña con su risa cristalina. En sus ojos, se reflejn los destellos del sol sobre la superficie del río.
-¿Sabés que se me ocurre pensar, a veces?- dice.
-¿Qué cosa?
-Que somos como una pequeña familia...
-Una familia algo extraña ¿no?
-Sí, puede ser, pero una familia al fin...
-No sé si es, precisamente, lo que yo siento. Aunque tengo que reconocer que les tomé cariño y, el día que alguno deje la pensión, no va a ser lo mismo...
-Es un lindo grupo...
-Es cierto...¿y qué hay de tu familia?
-¿La mía? Bueno, tengo a mi mamá, que vive en el campo y no está muy bien de salud...Mi papá falleció hace unos años, no tengo hermanos, sí algunos primos y tíos...
-¿Que pasó con el papá de Lucas?
-Esa, es una larga historia.
El día es espléndido, con un cielo radiante de sol. Una brisa juega entre las hojas de los árboles y acaricia la superficie del agua. Cosme y Fidel se disputan una pelota, el Pibe se abre paso en la adolescencia, el Ruso disfruta de la companía de Lucas y Paloma le relata a Esteban parte de su vida. Él la escucha con atención. Ella se desahoga, abundando en detalles y a veces justificándose por sus acciones. Cuando termina, ya no quedan secretos entre ellos. El tiempo compartido  los ha acercado aún más. De ahora en adelante, no serán más desconocidos.
                                                           ....................................................

 La camioneta estaciona junto al cordón, frente a la pensión, y los ocupantes van descendiendo. Bajan los bolsos, un par de reposeras, la conservadora y un cajón plástico con envases vacios de la caja del vehículo. El Ruso vuelve a subir y arranca, llenándolos de humo. Usando las manos como avanicos, intentan disipar la nube de humo negro, parados en la vereda y recogiendo las cosas, antes de entrar a la casa.
Desde su auto, estacionado a la distancia, César ve a Paloma y a su hijo en el grupo. Lo que más le molesta, es presenciar con que familiaridad  trata ella a esos hombres, sonriendo y  llamándolos por sus nombres. Lo ciegan los celos. Y se enfurece.


No hay comentarios:

Publicar un comentario