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viernes, 21 de febrero de 2014

Pensión de Caballeros - Cont del 6° Cap - " La comunicación"

 Desde el teléfono de la cocina, Paloma marca el número de su mamá. Escucha que llama y aguarda a que atiendan.
-¿Hola?
Se desconcierta al escuchar una voz que no esperaba.
-¿Hola? - vuelven a insistir del otro lado.
Reacciona, relacionando la voz con una imagen mental. Se trata de Beatriz, vecina y amiga de su mamá.
-¿Bety? ¿Sos vos? ¡Habla Paloma!
-¡Palo! ¡Querida, cuanto tiempo!
-¿Está mamá?
-No, nena. A esta hora, viaja para hacerse diálisis.
-¡Uy, Bety! Decime, ¿cómo está?
-Mirá, Paloma, ella con seguridad no te cuenta mucho para que no te preocupes, pero yo te pediría que cuando puedas, te des una vuelta por acá. Los últimos estudios, no son muy alentadores...
-No te puedo creer...No sabía que estaba tan mal...
-Por favor, ¡ni se te ocurra decirle que yo te conté!
-¡No te preocupes, Bety! ¿Cómo te voy a hacer algo así? ¡Cómo si no la conociera! ¿Vos no sabes quién es el médico que la atiende?
-El doctor Mendoza. ¿Querés que te busque el teléfono de la clínica?
-¿Lo tenés? ¡Dale, haceme el favor!
-Esperame que ya vuelvo...
Paloma, apesadumbrada, aguarda a que Bety regrese con la información. Oye sus pasos que se aproximan y que levanta el tubo.
-Acá lo tengo, ¿tenés para anotar?
-No, ahora busco...dame un segundo...
Paloma busca en su bolso una lapicera y un papel.
-Dale, ahora sí. Decíme...
Anota el número telefónico de la clínica, le agradece a Bety su franqueza y cuelga. Mira el papel que sostiene en su mano, toma coraje y llama.

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 El pibe intenta ingresar a la pensión por la puerta del frente y la encuentra cerrada con llave. Se lamenta por lo bajo. Su novia lo observa. La toma de la mano y decide enfrentar lo inevitable. Entrar por el taller.
-Seguime, ¡pero, ojo! ¡No digas ni una palabra!
Esteban, que está reparando una bicicleta, lo ve entrar y no le presta mucha atención. Ni siquiera repara en su acompañante.
-¿Qué haces, pibe?
-Nada, Esteban. Vamos a tomar unos mates.
Esteban no le da importancia, ocupado con lo suyo. El pibe y su novia, pasan raudos hacia el patio, como si nunca hubieran estado ahí. Esteban silba un tango, agachado junto a la bicicleta, colocando unos pedales. De repente se endereza, percatándose de algo.
-¡Qué boludo! ¡No le avisé que yerba no hay!
Duda entre decirle o no. Desiste, volviendo a su trabajo.
- Y bueno, ¡que se las arregle!

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