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domingo, 27 de abril de 2014

"GA.LI.LEO" Detective privado- 2º Cap.

Gabriela entra al bar. El Gringo limpia unos vasos con un trapo mugriento, en uno de lo extremos de la barra, mientras mira los resultados del sorteo de la quiniela en el televisor. El local está vacío. Ella camina hasta la barra, se sienta en su banqueta y quitándose la gorra, enciende un cigarrillo. El barman se acerca.
-Gaby...
-Lo de siempre.
El viejo espejo que está detrás del mostrador, le devuelve el reflejo de su imagen descuidada, maltrecha. Con tristeza, no logra apartar la vista de sus propios ojos. El Gringo le trae su whisky, sacándola del trance.
-¿Podes creer que le erré por un número a la cabeza? ¡Eran como cinco lucas!
-Mala leche, Gringo. La timba es lo más hijo de puta que hay...
-Eso es cierto. ¡El boludo soy yo, que sigo tirando la guita...!
-Bueno, dicen que peor son las minas ¿no?.
El barman se ríe, mientras Gabriela se bebe su trago.
-Ni que lo digas...
Se retira a continuar con su tarea y cambia el canal, poniendo un noticiero. Gabriela pita su cigarrillo, observándolo. La puerta de entrada se abre y entra Pablo. Elegante, resuelto. Contrasta con el lugar. Se acerca a la barra y se sienta junto a Gabriela, que le da la espalda, mirando el televisor.
-¡Gringo!- pide- ¡Una cerveza!
El barman asiente con la cabeza, dándose por enterado del pedido. Gabriela lo ignora. Se termina su whisky, atenta al noticiero. Pablo se desabotona el abrigo, saca una cigarrera dorada de uno de sus bolsillos, enciende un cigarrillo y exhala la primer bocanada de humo.
-Hace rato que no te veía...
Gabriela lo mira de soslayo y vuelve su atención al televisor. No le interesa entrar en conversación.
-¿Como andas?
-Igual que siempre- contesta ella, cortante.
El Gringo deja una cerveza y un vaso frente a Pablo. Antes de retirarse, observa el vaso vacío Gabriela.
-Gaby, ¿te traigo otro?
Ella se levanta, buscando un billete en su bolsillo. Lo tira sobre la barra, ante la mirada de los hombres.
-No, mejor cobrame. Prefiero ir a tomar sola en casa, que estar mal acompañada.
Toma su gorra, su cigarrillo y pasa detrás de Pablo, que la mira con desconcierto.
-Chau, Gringo.
-Pará...-empieza a decir Pablo.
-Chau, Gaby. Cuídate.
La observan marcharse. Pablo se incorpora y paga. Con prisa, sale del bar, tras ella. La alcanza antes de que suba a su auto, cruzando la calle.
-¡Gaby! ¡Tengo que hablar con vos!
Ella lo mira, despectivamente, arrojando lejos la colilla.
-Yo no tengo NADA de que hablar con vos.
-Che, pará un poco...Solíamos ser amigos, ¿no?.
A ella, la frase le causa gracia.
-¡Solíamos!¿O ya te olvidaste de lo que pasó hace catorce años?
-¡Otra vez con lo mismo!- se ofusca él- ¿Cuantas veces tengo que pedirte perdón?
-¡Millones! - le grita ella- ¡No te va a alcanzar la vida!
Se desentiende de él, poniéndo la llave en la cerradura. Pablo se apoya en la puerta del auto, para que no pueda abrir.
-¡Pará! ¡Dejame hablar!
Ella lo empuja, rabiosa.
-¡No me rompas los huevos y salí! ¡Acordáte de que estoy armada!
Se miden unos segundos, agitados. Pablo tira la colilla al suelo y la aplasta, mientras dice:
-Tengo un trabajo para vos.

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