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miércoles, 23 de abril de 2014

"GA.LI.LEO" Detective Privado - 1° Cap.

Gabriela escucha una voz insistente, que la incita a reaccionar. Entreabre los ojos pero está muy débil para responder. Puede ver que está acostada y que una médica joven le ilumina las pupilas con una linterna.
Junto a ella, un enfermero prepara una jeringa.
-¡Señora! ¿Me escucha? -repite la doctora.
Se vuelve hacia el muchacho.
-Joaquín, fijate y decíme como se llama.
El enfermero toma la planilla y le responde con rapidez.
-Gabriela...
La médica levanta el tono de voz, dirigiéndose a ella.
-¡Gabriela! ¿Sabes dónde estás? ¡Tuviste un el accidente !¡Te vamos a llevar al quirófano!¡ Quedate tranquila, que estás en buenas manos...!
El enfermero le aplica la inyección en el brazo. Gabriela balbucea debilmente.
-Mi nena...
La doctora se acerca, intentando oir. Consulta con el enfermero.
-¿Qué dijo? ¿Vos entendiste?
El muchacho niega con la cabeza. Entra una enfermera y trae unas placas.
-Doctora, acá tiene las radiografías. Y ya está listo el quirófano.
La médica toma las placas. Por lo bajo, le hace una pregunta a la recién llegada.
-¿Ya llegó algún familiar de la nena?
La visión de Gabriela se pone turbia. La doctora saca las placas del sobre.
-Recién llegó el papá...
Hace un esfuerzo por mantenerlos abiertos, mientras la doctora estudia las radiografías contra la luz del tubo fluorescente.
-¿Ya lo sabe?
La enfermera mira a Gabriela con pena.
-La policía le debe estar informando, ahora mismo...                                                                                 Gabriela se sume en penumbras. La doctora deja las placas y la observa.
-Mejor, así me ahorro el mal momento...
-Creo que ya está totalmente sedada - dice el enfermero.
-Dale - concuerda la doctora- vamos a llevarla.
-Vamos.


El Jefe de Policía, con un andar cansino, atraviesa la puerta del sanatorio y se acerca al mostrador a pedir información a la recepcionista.
-Estoy buscando a Leonardi. Tuvo un accidente.
La mujer teclea con rapidez, mirando el monitor de la computadora.
-Acá está. Leonardi, Gabriela Liliana. Ingresó hace dos días. Habitación 22. Solo un familiar o allegado, no se permiten visitas.
El jefe toma un caramelo de un platito y lo empieza a pelar con calma.
-Soy su jefe- dice inmutable- Solo quiero ver cómo está.
Se lleva el caramelo a la boca y deja el envoltorio en la ventanilla, sin dejar de mirar a la recepcionista, que incómoda, no acota nada más.
-La veo y me voy.
Le da la espada y se aleja hacia el ascensor.


Por la ventana de la habitación, entra un sol radiante. Gabriela sigue inconsciente, con suero y mascarilla de oxigeno. Varios cables la unen a una máquina, que monitorea su estado. Su cabeza está vendada y en su rostro, hay rastros de los golpes que recibió. El Negro, con barba de varios días, está sentado en una silla frente a la cama. La observa, esperanzado. Escucha golpes en la puerta y entra el jefe, en silencio. Cierra y se queda de pie, mirándola con pena. Trae un papel en su mano.
-¿Alguna novedad? - pregunta.
-Nada, todo igual.
El jefe se acerca a uno de los lados de la cama. Menea la cabeza.
-Yo, por desgracia, no traigo buenas noticias.
Se vuelve hacia El Negro. Levanta la mano y le muestra el papel que trae, apesadumbrado.
-El análisis de sangre, que le hicieron al llegar acá, dió positivo. Le van a abrir un sumario. Le encontraron alcohol en la sangre. Mucho. Y estando en servicio.
Mira a Gabriela, incómodo. Tira el papel sobre la mesita que está al lado de la cama.
-No creo que conserve el trabajo...
Se vuelve y camina hacia El Negro, que no ha dicho una palabra.
-Notifícale, cuando se despierte. Y cualquier cosa, me avisas.
El Negro asiente, viendo como el jefe se retira, cerrando con cuidado.

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