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lunes, 23 de diciembre de 2013

Pensión de Caballeros - Continuación del 3º Capitulo.

Es casi la hora de cierre y Paloma termina de adornar con dedicación los últimos dos platos de su turno. Entra el mozo, empujando las puertas batientes, a la cocina.
-¿Esta listo lo de la mesa 10?
-Ya casi...- contesta ella, colocando un par de morrones sobre la mayonesa de ave. Sonríe, dándose por satisfecha - Ahora sí.
El mozo, impaciente, toma un plato en cada mano, le da la espalda y se dispone a salir, cuando de repente se detiene, como aguardando algo. Paloma lo ve y tiene el impulso de acercarse. Se sobresalta cuando el mozo estornuda con violencia, sobre los platos.
-¡Ah...! Creo que me pesqué algo...-comenta, sacudiendo la cabeza y retomando su marcha hacia la salida. Paloma hace un gesto inútil por detenerlo, sabiendo que esos platos en los que trabajó con esmero y el mozo trató con tan poca delicadeza, no van a volver a sus manos. Con desencanto, se asoma y sigue con la mirada su recorrido hacia la mesa 10, dónde una madre y su pequeño hijo, reciben el almuerzo y se aprestan a saciar su apetito. Molesta y triste, regresa a la cocina ,sabiendo que mañana no va a volver.

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 El sol de las tres de la tarde la acompaña hasta la entrada del hotel dónde se hospeda. Como es habitual, desde el desafortunado incidente con Cesar en aquel café, se mantuvo alerta todo el camino, asegurándose de que nadie la siga. Entra y agradece el fresco amparo de la recepción, vacía a esa hora del día. Sube hacia su habitación y encuentra a Lucas y al hijo de la portera, dormidos sobre la alfombra, frente al televisor. Apaga el aparato y se deja caer sobre un sillón, abatida. Observa a los chicos dormir por un buen rato, como en trance, luego reacciona y toma su teléfono, marcando un número. Aguarda a que atiendan y reconoce la voz de su madre al otro lado de la línea.
-¿Hola?
-Hola, mamá. Soy yo, Paloma.

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Sentada en su silla de ruedas, bajo la sombra de un árbol frondoso y vigilando el trabajo de los peones, la madre de Paloma se emociona al escuchar su voz.
-¡Paloma! ¡Querida!
-¿Cómo estás, mamá?
-¿Qué cómo estoy yo? ¡Muy bien, gracias a Dios! ¿Y vos...?  Las últimas noticias que tuve de ustedes fue a través de tu amiga, Teresa, y no eran nada buenas...Me tenes muy preocupada, nena...
-No te angusties, que todo está bien...
-¿Y Lucas? ¡No te imaginas lo que lo extraño! ¿Por qué no se vienen para el campo? Acá pueden quedarse y de paso, me ayudan y me hacen compañía. Desde que falta tu padre, mantener todo esto me tiene desbordada...
-Ya sé, mamá, pero no podemos ir por ahora. Cesar nos encontraría con facilidad...
-¡Te extraño, chiquita! ¿Cuando se va a solucionar esto de una buena vez?
-No sé, estas cosas llevan tiempo...
-Si ese abogado no sirve, podemos buscar otro...
-Estoy esperando, en cualquier momento voy a tener novedades...
La voz de la señora se quiebra, víctima de la emoción.
-¡Cómo me gustaría poder hacer algo! ¡Ese desgraciado!
-No te pongas así, mamá, lo peor ya pasó...
-¿Querés que vaya para allá?
-Vos sabes que tu salud no te lo permite...
-Es cierto. Además de inválida,¡ me siento impotente!
-Ya te dije, estamos bien, no hace falta que vengas ni que me mandes plata. Todo se va a resolver y muy pronto vamos a estar con vos...
La señora no puede evitar sollozar y Paloma, conmovida, siente un nudo en el estómago que le llena los ojos de lágrimas.
-Te quiero, mamá, cuídate.
-Vos también, querida...- contesta con voz quebrada- Y dale muchos besos de mi parte a Lucas. Decile que lo extraño...
-Seguro, se lo voy a decir..Nos vemos...
-¿Lo prometes?
-Muy pronto, te lo prometo.
-Chau, hija.
Corta la llamada, moqueando. Frente a ella, Lucas duerme plácidamente la siesta. Paloma se enjuga una lágrima y sin despertarlo, se recuesta junto a él.

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