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domingo, 22 de diciembre de 2013

Pensión de Caballeros - Cap 3 - Cont.

Esteban entrega una bicicleta recién reparada a un vecino, un tipo humilde, con aspecto de obrero.
-Mire, Gómez, yo le puse tres parches a la cámara, pero acá el problema es la cubierta, que está muy gastada...
-Sí, ya lo sé, pero hasta que no cobre...¿me aguantará unos días más?
-La verdad, no le puedo asegurar nada. Si pisa la sombra de un clavo, capaz que se pincha...
-¿Usted no me fía una hasta fin de mes?
-No estoy en condiciones para estar fiando, Gómez. Si recién arranco con el negocio...
Gómez aparenta estar contrariado, como debatiendo algo en su interior.
-Está bien, gracias igual...¿y cuánto le debo, Esteban?
-Son treinta pesos...
-¿Se los puedo pasar a pagar cuando cobre?
-Pero, Gómez , que le estaba diciendo...
-Es que ahora no tengo un peso ¿vio?

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El Ruso sale del lavadero con un manojo de ropa limpia y se encuentra con Esteban, que chupa un mate en el patio, ofuscado.
-¡Qué cara! ¿Pasa algo?
-Es que a veces, parece que hablo solo, como los locos...
-Contáme...
-Dejá, no me hagas caso...¿querés un mate?
-Dale...
-¿No lo viste al pibe?
-No, creo que la vieja lo llevaba al dentista. Me parece que hoy, no asoma la jeta por acá...
-Bueno, no importa...¡por lo que hay para hacer!
-A vos te pasa algo, estás raro...
-Decime, vos que andas por la calle, ¿cómo ves la cosa?
-¡Para el culo, como siempre! ¡Con la inflación que hay, a la gente apenas si le alcanza para comer!
-Sí, eso ya lo sé, pero estaba pensando en que me equivoqué con esto del negocio...me tendrìa que haber buscado un empleo.
-Mirá, hace semanas que recorro y no encuentro nada fijo, solo changas mal pagadas. Lo que pasa, es que para tipos como nosotros, que ya estamos grandes y no sabemos ni cómo prender una computadora, las opciones son muy pocas...Yo te diría que cuides lo que tenes, apechugues hasta que mejore y no te hagas fantasías con otras cosas...
-En eso, tenes razón. O al menos parece..,
-¡Más vale que tengo razón! ¡Si sabré yo! - le devuelve el mate- Y ahora te dejo, que me tengo que ir a planchar un poco esto...-sube la escalera hacia su habitación, apretujando la ropa- ¡Ah! ¡Y si viene un tal Gómez al taller, no le vayas a fiar que no le paga a nadie!
Esteban lo mira pasmado.
-¿Y ahora me lo venís a decir?
Tocan timbre. Esteban acude a atender la puerta, mientras el Ruso se pierde en la pieza. Es Hugo, que viene acompañado por un hombre joven y morocho.
-¡Papá! ¿Acaso no tenes llave?
-Lo que no tengo es cabeza, hijo, siempre me las olvido. Veo que andas con el mate en la mano... Te acepto uno, si es que son amargos...
-Seguro, pasá...
-¡Ah! ¡Te traje un cliente!- Hugo le presenta el muchacho a su hijo- ¡Este es Fidel, anda buscando dónde quedarse!
Esteban y Fidel se estrechan las manos.
-¡Mucho gusto! ¡Pasen que les cebo unos mates y charlamos!
Ya en el patio, sentados bajo la parra, conversan y comparten el mate.
-¿Usted es cubano?
-No, soy de Perú, pero hace varios años que vivo acá. Mi papá admiraba a Castro, de ahí viene mi nombre...
-Y usted terminó en la tierra del Che...
-Sí, me trajo la compañía para la que trabajo, estuve la mayor parte del tiempo en el Norte, ahora me trasladaron para acá....es que tienen contratos por todo el país...
-¿Le explicó mi papá cómo es esto?
-Si, me parece bien. Yo cobro por mes, pero preferiría pagarle por semana, por si acaso me mandan para otra ciudad...
-No hay problemas con eso...¿trajo algún bolso? ¿algún equipaje?
-Lo tengo en la empresa...si a usted le parece, lo voy a buscar para ya venir a quedarme...
-¡Sí, como no! ¡Haga tranquilo y venga nomás!
Se ponen de pie, se despiden.
-Bueno, hasta luego, entonces...
-Hasta luego, Fidel.
El morocho deja la casa y Esteban y Hugo vuelven a sentarse.
-¿De dónde lo sacaste, papá?
-Hace un par de días que va al bar, charlando un poco ,ahí me enteré que necesitaba alojamiento.
-¿A qué se dedica?
-Está contratado en una cuadrilla, de esas que reemplazan postes para una empresa de teléfonos. Parece buena gente ¿no?
-Me parece que sí...
-¿Y cómo anda todo por acá? El inquilino nuevo, ¿que tal es?
-¿Cosme? Muy tranquilo, casi ni se lo ve...
-¿Y el Ruso?
-Arriba, planchando...
-¡Ja! ¡No me lo imagino!
-Para todo hay una primera vez...¿que tal el boliche?
-Casi muerto, estaba pensando en transformarlo en un bar de strippees... Si el Ruso y vos se quieren anotar, bienvenidos...
-¡Eso sí que no me lo imagino!
Se ríen. Escuchan la puerta de calle que se abre y entra Cosme con gesto adusto, portando sobre los hombros una carga envuelta en una bolsa negra y larga. Quedan en silencio. Los mira al pasar, saludando con un gruñido. Lo siguen mientras sube la escalera con esfuerzo y se interna en su habitación, cerrando con llave. Hugo y Esteban se miran, intrigados.
                                                                     
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